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¿Por qué Emilia Pérez es buena y mala a la vez? Foto: Especial
Carlos Andrés Mendiola

¿Por qué Emilia Pérez es buena y mala a la vez?

“Emilia Pérez” debutó en mayo en el Festival de Cannes donde obtuvo una ovación de 11 minutos, el Premio del Jurado y el de Mejor Actriz

Carlos Andrés Mendiola

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@carlosamendiola

“Soy quién soy, no quién tú quieres que sea,” Karla Sofía Gascón, “Emilia Pérez”.

“Emilia Pérez” es muy probablemente la película más polémica y divisiva de 2024… Su fama ya la precede al 2025 y seguirá durante la temporada de premios en el camino al Oscar y la posteridad.

“Emilia” debutó en mayo en el Festival de Cannes donde obtuvo una ovación de 11 minutos, el Premio del Jurado y el de Mejor Actriz para sus cuatro actrices principales, Zoe Saldaña, Karla Sofía Gascón, Selena Gómez y Adriana Paz.

Aunque pueda parecer inusual el que otorguen el premio a más de una actriz del mismo filme, no lo es. Fue la quinta ocasión; la anterior fue para “Volver” en 2006. Lo que sí fue una primera vez fue el que el grupo incluyera a una mujer trans.

De ahí, “Emilia Pérez” fue adquirida por Netflix para su distribución en Estados Unidos e Inglaterra y comenzó a generar más y más conversación por distintos aspectos: su historia, los temas abordados, el elenco, la estructura del filme (un musical atípico o una ópera moderna), las actrices, cuestiones técnicas y la investigación o falta de ella sobre la cultura mexicana.

A la fecha, “Emilia Pérez” lleva 69 premios y 187 nominaciones. Es una de las películas más mencionadas durante la temporada de premios, apareciendo en todos los reconocimientos principales, frecuentemente entre las más nominadas y galardonas como en los Globos de Oro y los BAFTA.

Con todo, “Emilia Pérez” tiene un 76% en el meta sitio Rotten Tomatoes y un 36% del público. Está lejos de ser la película mejor reseñada de la temporada.

“El brutalista” y “Anora”, entre sus mayores competidores, tienen ambas un 93% y sus calificaciones de la audiencia están sobre el 85%. Es decir, “Emilia Pérez” no es la mejor reseñada y es, sin duda, una película muy divisiva.

Pareciera que la industria “la ama” y el público “la desprecia”. Vaya, lleva poco más de 10 millones de dólares frente a un presupuesto de alrededor de 25. Un éxito comercial no es.

La respuesta a “Emilia Pérez” recuerda, con sus diferencias, a la de “Roma” de Alfonso Cuarón. Mientras la crítica la encontraba fascinante, gran parte del público la sintió aburrida.

La división de opiniones de “Emilia Pérez” va en otro sentido y surge principalmente de la disociación entre su discurso público, el real del filme y su representación de las temáticas LGBTQ+ y lo mexicano.

Entonces, ¿es “Emilia Pérez” una buena o una mala película? ¿Es ambas a la vez? ¿Cómo puede serlo? ¿Es una película incomprendida o sobrevalorada? La mejor respuesta que puedo dar es que es una película tramposa o si lo prefiere mañosa.

Empecemos por el principio. La película se llama “Emilia Pérez” y sí, Emilia Pérez es un personaje central y detonador del filme, pero realmente no es la protagonista.

La historia va a Rita Mora Castro (Zoe Saldaña), una abogada poco apreciada que recibe una tentadora propuesta de Juan “El Manitas” Del Monte (Karla Sofía Gascón), capo de un cártel. Lo único que tiene que hacer para ser millonaria es ayudarle a resolver dos cuestiones. La primera, dejar segura económicamente a su familia (Selena Gómez es Jessi, su esposa, con quién tiene dos hijos), y la segunda, ayudarle a que realice su transición de género.

“El Manitas” sospecha que de no tomar estas medidas en su vida y su familia están en riesgo. Además, está la oportunidad de vivir la vida que siempre quiso. Éste es apenas el primer acto.

Más adelante, la complicación se pone en el que Emilia quiere, sin revelar quién es, reencontrarse con Jessi y sus dos hijos.

Ahora, sin caer en spoilers o elaborar de más en la historia, el punto es que el único personaje de “Emilia Pérez” que tiene un arco narrativo real o completo es Rita. Es el personaje que quiere algo y que sufre una transformación a profundidad, no sólo exterior.

Ahí viene justo una de las principales críticas a “Emilia Pérez” su superficialidad. La transición de género se aborda como si se tratara de cualquier cirugía estética, casi como una compra de súper mercado o una visita a la estética.

La realidad es mucho más compleja que ello e implica estudios y acompañamiento psicológico y médico. Más aún, pareciera que al volverse mujer “El Manitas” también se vuelve “mejor persona”. Un evento hace que se dé cuenta del dolor y la causa de las madres o familias con desaparecidos (en la que participó como “El Manitas”), así que abre “La lucecita”, una asociación para ayudarlas.

Ahí otro tema que se queda, de nuevo, muy por encima frente a otras cintas como “La civil” (también reconocida en Cannes) o “Ruido”. No son los únicos casos.

“Emilia Pérez” pone sobre la mesa el empoderamiento femenino, la sororidad, el narco y al suceder en México, lo mexicano. La representación de México no llega a la caricatura, pero dista de ser realista y está llena de estereotipos.

Jaques Audiard, responsable de “Emilia Pérez”, es un director francés de larga trayectoria. A sus 72 años tiene cinco décadas en la industria y su trayectoria lo ha llevado a ganar algunos de los premios más importantes como la Palma de Oro en Cannes o el BAFTA. Es más conocido, con todo, en la industria que comercialmente y más en el círculo “de arte”.

Su cine no se caracteriza por la visibilidad que está teniendo “Emilia Pérez”. Audiard no visitó México para escribir, producir o filmar.

La película tiene en su equipo a la actriz Adriana Paz y al productor Nicolás Celis (“Roma”). La pregunta en realidad es, ¿debió hacerlo? ¿Es “Emilia Pérez” una película sobre México? Claramente no es una película mexicana (vaya, aunque en IMDB incluye a México entre sus países de origen, representa a Francis en la categoría de Mejor Película Internacional ante el Oscar y es muy probable que se lleve la estatuilla).

Ahora, ¿tendría que ser fiel a lo mexicano? La película es estratégica en justificar que los orígenes de Rita son latinos, pero no es propiamente mexicana; Zoe Saldaña nació en Nueva York y sus padres son dominicanos con raíces también puertorriqueñas.

Selena Gómez, de quién se ha criticado mucho su acento “chicano” nació en Texas y su padre es mexicano, pero ella no habla español (y se nota; su personaje tampoco lo hace del todo y el guion lo justifica, Jessi nació en Estados Unidos como Selena) y, más aún, lo que dice no es lo que diría un mexicano (ni un chicano, ¿qué persona real se refiere a sus órganos íntimos por nombres técnicas o directos? Quizás sólo los médicos…).

El punto está ahí. Si películas de Disney han hecho un trabajo minucioso por representar otras culturas como se ha visto en “Coco” o “Encanto”, ¿por qué “Emilia Pérez” no tuvo un asesor? ¿Será porque no era importante? ¿Debía serlo?

No tuvo asesores para ninguno de los temas y si los tuvo fueron “de pasadita”, no para revisar el guión, los diálogos o las situaciones a detalle. No se ha declaro así, pero pareciera que “Emilia Pérez” sucede en un México alterno, en uno que sólo ocurre en la ficción.

Quizás el contraste está en que gran parte del cine mexicano, denominado, así como si fuera un género, aunque no lo es, se caracteriza justo por buscar hacer retratos realistas de México, máxime desde el llamado Nuevo Cine Mexicano.

La cuestión está en que “Emilia Pérez” aborda lo mexicano con una ligereza que resulta ofensiva. A lo mejor si hubiera una leyenda que aclarara que es un México por completo ficticio, el encono sería menor. A la industria no le importa o le importa poco.

“Emilia Pérez” será muy nominada al Oscar. ¿Será ganadora? Ésa es todavía una historia que se escribe, pero es casi seguro que no se irá con las manos vacías. ¿Por qué? ¿Por qué “Emilia Pérez” tiene tan buena acogida por la crítica y la industria de Hollywood? Hago aquí la distinción o precisión de “crítica” e “industria” porque no es exactamente lo mismo.

La crítica se refiere a quienes hacen análisis de películas para indicarle al público por qué vale la pena o no un filme o qué es destacable, curioso o cuestionable. La crítica está detrás de los Globos de Oro y los Critics Choice, entre muchos otros reconocimientos.

La industria se refiere a quiénes hacen cine, directores, actores, fotógrafos, editores, por citar algunos. La industria está detrás del BAFTA, el Oscar y los premios de los sindicatos. Ambos grupos aprecian a “Emilia Pérez”.

El consenso en Rotten Tomatoes sobre “Emilia Pérez” dice “Karla Sofía Gascón es Emilia Pérez en un thriller musical policial lleno de fascinación que rompe con los géneros y que también es una historia trans sin complejos”.

“Emilia Pérez” está siendo nominada en las categorías principales (Película, Director, Actrices y Guión) y también en muchas de las secundarias (fotografía, maquillaje, banda sonora y canción).

Lo cierto de “Emilia Pérez” es que más allá de lo discursivo y el trasfondo (o carencia de él) nadie queda indiferente ante ella. Es un musical donde las actrices “cantan” para expresar sus pensamientos, pero a diferencia de “Wicked”, el otro musical de la temporada, las composiciones, la rítmica, el fraseo y demás recursos musicales están dispuestos de tal manera en que las actrices pueden salir avante sin tener las voces de Cynthia Erivo o Ariana Grande.

Las canciones están más en la línea de lo coloquial (como las de Amandititita) que de lo poético (como “Wicked”, “La La Land” o “Cantando bajo la lluvia”) y acompañadas por bailes que aprovechan más lo contemporáneo que lo clásico. Son “urbanas”, más cerca de lo que vimos en “En el barrio”.

El que “Emilia Pérez” sea un musical y todos los aspectos que la rodean, en especial, su fotografía y la rapidez de su guión hacen que sea un torbellino.

Es el tipo de película que después de verla no necesariamente se sabe si gustó o no o qué pasó. Es un espectáculo y ahí está otra clave. En el arte y el cine es el séptimo se habla usualmente de fondo y forma. El fondo es aquello de lo que la obra habla, su postura sobre un tema.

Por poner un ejemplo fácil, todas las comedias románticas tienen por tema el amor, el discurso va sobre qué dicen del amor. Es así como “Annie Hall” discute que no hay un “amor de la vida” sino que puede haber varios.

“Anora”, otra de las contendientes de la temporada de premios es también una comedia romántica y su discurso va más en la línea de que el amor es una ilusión, de que el amor no es un cuento de hadas.

La mayoría de las comedias románticas son positivas sobre el amor (“Mujer bonita”, “Cuando Harry conoció a Sally”) y van más hacia el ideal. El fondo es subtexto, no se “ve” y debe deducirse por el espectador.

El director lo plantea y desarrolla a lo largo de la película. La forma es todo lo demás, todo lo que precisamente se ve o percibe, el empaque. Otro caso de la temporada es “Desafiantes”; la película de Luca Guadagino es una disertación sobre el poder.

Lo discute a través del tenis y la propia cinta está estructurada como un partido de tenis. El fondo y la forma deben ser como una suerte de ying yang en equilibrio y dónde la forma debe ayudar a expresar y reforzar el fondo. La forma es un vehículo, un escaparate para el fondo.

Mientras otras de las contendientes de la temporada de premios tienen un buen equilibrio del fondo y la forma, “Emilia Pérez” es más forma que fondo.

Cuando se le analiza con cuidado el guión tiene huecos, muchas situaciones se resuelven de manera fácil o gratuita, sin mencionar todo lo anterior.

Más aún, ¿en realidad de qué habla “Emilia Pérez”? La bandera que usa es la de ser quién se quiere ser y sí, eso está en la película, pero no del todo. Y es irónico, porque para “ser” una película sobre identidad, “Emilia Pérez” habla de mucho y de poco en realidad sobre ese específico.

Karla Sofía Gascón dijo en los Globos de Oro “yo soy quién soy, no quién tú quieres” y eso aplica por completo a ella y a la película. Eso aplica para cualquiera. Las palabras de Gascón son poderosas, sin duda. El tema está en quién es o qué es realmente “Emilia Pérez”.

Repito, “Emilia Pérez” no es una película mexicana. “Emilia Pérez” es un espectáculo musical. “Emilia Pérez” no es reflexión ni profundidad. “Emilia Pérez” es espectáculo.

Es “buena” porque es memorable, porque es distinta, porque causa un impacto. No lo es porque es “mucho ruido y pocas nueces”. El tiempo dirá, como con todo el arte, si sobrevive a su paso o se queda como una película más de esas que son engañosas, como una anécdota, un pie de página.

En 2023 “Sonido de libertad” se convirtió en un éxito de taquilla e incluso ganó un par de premios. La película tiene un 57% de la crítica y un 99% del público. Es lo opuesto que le pasa a “Emilia Pérez”, pero el engaño no es tan distinto.

“Sonido de libertad” habla de tráfico de infantes, pero su subtexto es tanto político como religioso. Más allá de si se comparten o no esas posturas, ¿cómo criticar o estar en contra de una película que denuncia el tráfico de menores? Algo parecido sucede en Hollywood, ¿cómo ignorar una película que habla de lo trans? ¿Qué aborda varios de los temas de la agenda? ¿Qué todo el mundo alaba? Es como en “El nuevo traje del emperador”.

El consenso de los críticos dice que está llena de “fascinación” y la fascinación es sinónimo tanto de una “atracción irresistible” como de “engaño o alucinación”.

También dice que está libre de “complejos” en un ejercicio que refiere a prejuicios. Irónico, ¿no? Porque sí, está libre de complejos si se piensa que lo cuenta como quiere, muy libremente, aunque en ello haya estereotipos.

“Emilia Pérez” es quién es, no quién se quiere que sea. ¿Es buena, mala, regular? ¿Es engañosa? ¿Falsa? ¿Vistosa? ¿Es arte, espectáculo o artificio? Probablemente es todo lo anterior. “Emilia Pérez” es según se le vea. Y sí, el arte tiene reglas y el arte puede evaluarse. El fondo y forma es una manera de hacerlo.

Repito, “Emilia Pérez” no es una película mexicana. “Emilia Pérez” es un espectáculo musical. “Emilia Pérez” no es reflexión ni profundidad. “Emilia Pérez” es espectáculo. “Emilia Pérez” es quién es, no quién se quiere que sea. Si nos gusta o no, es otra historia.

Para “Emilia Pérez”, como dijera Terrence Malick ante las reacciones y comentarios de “El árbol de la vida”, ganadora de la Palma de Oro en Cannes, “lo importante es que haya una reacción, la que sea” y ante “Emilia Pérez” las hay.

Así que sí, “Emilia Pérez” es buena y mala a la vez porque “es mujer con todas las incoherencias que nacen en mí” como cantara Lupita D’Alessio y que tan bien le viene.

“Emilia Pérez” es incoherencia y es quién es, no quién se quiere que sea.

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