La renovación constante de dispositivos electrónicos, como los teléfonos móviles, es una práctica común en muchos países, incluso cuando el modelo anterior sigue funcionando perfectamente, lo cual supone un reto para cuidar al medio ambiente.
En la actualidad, el uso de smartphones o también llamados “teléfonos inteligentes” se ha expandido de tal manera que cada vez son más los países que cuentan con más usuarios que utilizan estos dispositivos.
Ya sea para mejorar la productividad, disfrutar de nuevas experiencias o simplemente seguir el ritmo del mercado, la constante evolución de la tecnología impulsa a millones de personas a renovar sus dispositivos y explorar las novedades que ofrecen.
En sectores como el entretenimiento, la comunicación o el trabajo, tener acceso a las últimas tecnologías no solo significa aprovechar las herramientas más avanzadas, sino también asegurarse de que el rendimiento de sus dispositivos esté a la par con las exigencias actuales. Por ejemplo, el auge de las redes sociales, las plataformas de streaming y el trabajo remoto ha aumentado la necesidad de equipos con mayor capacidad de procesamiento y mejor conectividad, lo que ha dado pie a que las marcas lancen funciones cada vez más impactantes.
Gráfica del día: ¿Cambias tu celular aunque todavía funcione?
Según los datos de la macroencuesta Statista Consumer Insights, aproximadamente uno de cada tres usuarios en México, España, Reino Unido y Alemania decide reemplazar su celular, a pesar de que aún está en condiciones de uso. Esta tendencia es aún más marcada en países como Brasil y China, donde la actualización de equipos parece ser una norma arraigada, y es que esto últimos sin duda son países prometedores en el mercado tecnológico.
Aunque la adopción de nuevos modelos responde, en gran medida, al deseo de contar con lo último en tecnología, este comportamiento está siendo cada vez más cuestionado desde una perspectiva ambiental. Los costos asociados a la extracción de recursos para fabricar nuevos dispositivos, junto con los desafíos del manejo adecuado de residuos electrónicos, generan preocupaciones sobre el impacto que esta costumbre tiene en el medio ambiente.
Sin embargo, otro factor que podría estar impulsando esta tendencia es la obsolescencia programada. Las marcas de tecnología, mediante estrategias comerciales, diseñan sus dispositivos para que, con el tiempo, se vuelvan obsoletos o dejen de recibir actualizaciones, lo que lleva a los usuarios a sentirse obligados a adquirir un modelo más reciente. De esta manera, la presión por mantenerse al día con el mercado y acceder a nuevas funciones puede generar un ciclo constante de consumo, a pesar de que los dispositivos antiguos todavía cumplen con su propósito.