Desde sonidos de lluvia hasta zumbidos estáticos, estas plataformas han encontrado un nicho valioso en el mercado del bienestar digital. Sin embargo, detrás de su aparente tranquilidad, se esconde un problema cada vez más inquietante: el fraude publicitario. Según un análisis de DoubleVerify (DV), este fenómeno afecta gravemente a la industria del streaming de audio, desviando millones de dólares de los anunciantes.
Las aplicaciones de ruido blanco, como “Deep Sleep” y “Deep Sleep Kids”, con miles de descargas y calificaciones positivas, parecen ser soluciones legítimas para dormir mejor. Sin embargo, investigaciones de DV han revelado que muchas de estas aplicaciones generan datos de streaming falsos mediante métodos como la suplantación de direcciones IP y el uso de servidores de inserción de anuncios fraudulentos (SSAI). Este esquema fabrica impresiones de audio que nunca se reproducen, afectando la inversión publicitaria y perjudicando a publishers legítimos.
El impacto es significativo: durante su apogeo, las operaciones fraudulentas BeatSting y FM Scam generaron pérdidas de más de un millón de dólares mensuales para los anunciantes. Además, el informe DV Global Insights: 2024 Trends Report destacó un aumento del 269% en las variantes de bots fraudulentos en plataformas de streaming durante 2023, una clara señal de la sofisticación y expansión de estas prácticas.
El fenómeno no es exclusivo del streaming de audio. La televisión conectada (CTV) ha enfrentado problemas similares. En 2022, se descubrió que aplicaciones de CTV utilizaban técnicas como la falsificación de direcciones IP y la simulación de tráfico para inflar métricas y engañar a anunciantes. El caso más destacado fue el de la operación “StreamScam”, que afectó a más de 200 empresas y causó pérdidas cercanas a los $50 millones en un año.
El fraude en el streaming de audio es una amenaza que no solo afecta a los anunciantes, sino también a la confianza en el ecosistema digital. Si bien las aplicaciones de ruido blanco simbolizan calma y relajación, su creciente uso como herramienta para actividades fraudulentas resalta la importancia de invertir en soluciones que protejan tanto a los consumidores como a los actores legítimos de la industria.