Más que las palabras, el canal de acceso. El mecanismo para trasmitir los contenidos. En política, los problemas son similares en todas las latitudes: el hambre, la inseguridad, la enfermedad, el desempleo o la carencia de un hogar. Lo importante es cómo abordas cada reto y qué ofreces para resolverlo. La difusión tiene tres grandes objetivos: la aprobación del gobernante, la confianza en el proyecto y la rendición de cuentas sobre los resultados.
Durante mucho tiempo, el principal medio fue la prensa escrita. Pero la radio cambió todo. Por primera vez, las personas podían escuchar la voz de su líder en las regiones más remotas. El ejemplo más clásico de esta época fue Franklin D. Roosevelt. A él le corresponde convocar a los norteamericanos a participar en la Segunda Guerra Mundial y lo hace a través de una trasmisión de radio. En ese entonces, sus millones de escuchas no saben que su Presidente les habla desde una silla de ruedas.
La televisión cambió todo radicalmente. Ahora los televidentes adquirieron la capacidad de evaluar a sus gobernantes por cómo se perciben, cuál es la figura que proyectan en la pantalla. El 26 de septiembre de1960 se realizó el primer debate televisado. Participaron los candidatos John F. Kennedy y Richard Nixon ante 66,4 millones de espectadores. Este acontecimiento político electoral representa un giro en la historia de la comunicación. Esta revolución visual sólo se ha profundizado con los dispositivos actuales. El triunfo de la imagen y la derrota del lector. La victoria de la inmediatez y el fracaso de la deliberación. Kennedy gana el debate por su encanto más que por su capacidad de persuadir. Inicia un largo camino que hoy se encuentra al borde de nuestra impaciencia, ese déficit de atención que se ha convertido en el signo de los tiempos virtuales.
La incorporación de los celulares a la comunicación política tiene dos momentos históricos memorables. Por un lado, la campaña electoral de Barack Obama, cuando esta herramienta digital se utilizó por primera vez para convocar y sumar a millones de persona a movilizarse y votar por un proyecto político con el propósito de ganar una elección a la Presidencia de los Estados Unidos. Por otro lado, también tiene una cara oscura. En el espacio de las redes sociales se creó una plataforma para promover el debate libre, plural y enriquecedor; pero, poco a poco, se transformó en un instrumento de confrontación y polarización que canceló la posibilidad de escuchar a los demás y dialogar.
