Muchas veces me he preguntado si el guitarrista líder de la banda de rock de moda, de verdad agarró esa camiseta sucia, deslavada y arrugada, porque fue la primera prenda que encontró para pararse frente a 40 mil seguidores. O si la cantante Belinda no se midió con antelación los zapatos que le hicieron tropezar en su primer desfile de modas de gala.
Los medios de comunicación y los críticos suelen presentar a las celebridades de una determinada manera, lo que puede dar lugar a la construcción de mitos. Por ejemplo, la aparición de Kim Kardashian con el vestido de Marilyn Monroe en la Gala Met 2022, provocó una polémica sobre si tenía derecho a llevar esa prenda.
La ropa es un lenguaje visual. Puede comunicarse con las personas de distintas formas y revelar a quienes nos rodean ciertos detalles sobre nuestra personalidad, nuestros antecedentes e incluso, nuestra situación financiera.
Por ejemplo, mucho se habla sobre el estilo de quienes trabajan en las empresas de tecnología, como Google o Microsoft, que suelen tener códigos de vestimenta muy casuales. Los empleados suelen llevar ropa informal, como mezclilla, camisetas y “zapato tenis”, que, si bien no es un código escrito, refleja la cultura laboral relajada y creativa de este tipo de empresas.
Vestirse de manera informal en el ámbito tecnológico no es necesariamente una declaración de moda, sino más bien una cuestión de comodidad y practicidad, ya que estas empresas priorizan la productividad y un entorno de trabajo cómodo. Sin embargo, algunos empleados pueden hacer de su ropa una forma de expresión personal, que puede incluir seguir ciertas tendencias de moda o hacer declaraciones de estilo sutiles. El espíritu de innovación e individualismo de la industria tecnológica a menudo se extiende a la forma en que las personas eligen vestirse.
En el caso de la moda y los códigos de vestimenta en los puestos directivos de los corporativos, han experimentado cambios significativos. La ropa formal de negocios, incluidos trajes, corbatas y zapatos lustrados, que reflejaban la seriedad y autoridad de sus funciones está orientándose hacia la “casualización”.
Muchos ejecutivos están adoptando un código de vestimenta menos formal, lo que refleja la tendencia más amplia hacia la vestimenta de oficina relajada en muchas industrias, influenciados por Silicon Valley, donde altos ejecutivos como Mark Zuckerberg (Meta) y Jeff Bezos (Amazon) prefieren la ropa casual. Si bien las industrias más tradicionales como los financieros y los abogados aún se inclinan por la seriedad, existe una creciente aceptación de la vestimenta informal de negocios o elegante casual (business casual), que incluye blazers sin corbata, camisas de vestir, pantalones chinos e incluso tenis.
La vestimenta de los ejecutivos de alto nivel ha evolucionado hacia una mayor flexibilidad, autenticidad y comodidad, impulsada por la informalización de la cultura corporativa, la de la industria tecnológica y un énfasis creciente en la sostenibilidad y la individualidad.
Según expertos, la ropa representa y añade dimensiones adicionales a nuestra identidad. Por lo tanto, el atuendo que elegimos cada mañana es verdaderamente significativo ya que, entre otras cosas, puede revelar nuestro estado de ánimo y nivel de confianza. Como forma de lenguaje, la ropa comparte una declaración no verbal.
Cada elemento, desde los colores y las texturas hasta las siluetas y los tejidos, contribuyen a la narrativa que deseamos transmitir. Incluso, una apariencia descuidada transmite un mensaje poderoso.
Por eso, la ropa sirve como una herramienta estratégica para la autopresentación, permitiéndonos
crear una imagen distintiva y afirmar nuestra presencia en diversas esferas de la vida. Al aprovechar su poder comunicativo, puedes reforzar el mensaje que quieres transmitir a quienes te rodean.
Vestirse no es intrascendente, Incluso en entornos informales, vestirse adecuadamente sigue siendo una señal de profesionalidad y respeto por el lugar de trabajo. En última instancia, la vestimenta puede influir en la forma en que los colegas, los clientes y los superiores te perciben, pero debe estar en consonancia con la cultura y las expectativas laborales específicas.
Por lo tanto, cada vez que elijas (o incluso descuides) tu atuendo, pregúntate:
¿Qué mensaje quiero transmitir a quienes me rodean?
¿Qué manifestación personal estoy haciendo?
¿Y qué estrategia para llegar a la cima, o no, sirve esta elección?”