Carlos Andrés Mendiola
@carlosamendiola
“Veo gente muerta” dice Cole Sear, un niño de 9 años, en “El sexto sentido”, la película que puso en el mapa a M. Night Shyamalan.
La película de 1999 se convirtió en un éxito de taquilla con 672 millones de dólares (costó 40); fue nominada a seis premios Oscar, incluido Mejor Película, hoy American Film Institute la tiene ubicada en la posición número 89 en su lista de 100 mejores películas.
El sexto sentido puso en el mapa al director indio (entre las nominaciones estuvieron dos para él como guionista y director), quién previo a ello tenía en su haber sólo otros dos títulos “Plawith with Anger” de 1992 y “Wide Awake” de 1998.
Tras “El sexto sentido”, Shyamalan tuvo una carrera estable con títulos como “Unbreakable” (2000), “Señales” (2002) y “La aldea” (2004) que lo llevarían en 2010 y 2013 a dirigir sus títulos más ambiciosos y también sus mayores fracasos: “El último maestro del aire” (adaptación de “Aang, el último maestro del aire”) y “Después de la Tierra”. Sin embargo, el director regresó dos años después con una estrategia que lo ha mantenido como uno de los realizadores más constantes y estables de la industria, estrenando cada año o dos años un título nuevo.
Shyamalan es un director divisivo. En el meta sitio Rotten Tomatoes sus filmes ranquean o muy bien (“El sexto sentido” tiene un 86%) o muy mal (37%) o de plano están justo en el medio como “Viejos” (50%).
Su cine se ha caracterizado por contar con un buen primer acto que establece una premisa provocadora que juega con lo sobrenatural o lo desconocido. En “Señales” eran los alienígenas, en “Viejos” el que unos turistas envejecen en horas, en “El sexto sentido” los fantasmas y en “Fragmentado” la propia psique humana que luego llevaría a lo fantástico en “Glass”.
Lo habitual es que luego de ese planteamiento, para el desenlace, cuando se da “la revelación”, se da también una decepción. Es decir, Shyamalan ha sido incapaz de lograr el mismo efecto de impacto que se da en “El sexto sentido” cuando se descubre la verdadera naturaleza del protagonista interpretado por Bruce Willis.
Para realizar “El ultimo maestro del aire” y “Después de la Tierra” Shyamalan manejó presupuestos de 150 y 130 millones de dólares. Ambos filmes tenían pretensiones de iniciar franquicias y ambos fracasaron.
El primero hizo 318 millones de dólares, el segundo 244. Sí, pareciera que hay una ganancia si se resta el total del presupuesto, pero no es así. Para que un filme verdaderamente sea redituable y se considere un éxito debe tener un multiplicador de 2.5. Esto obedece a varios factores como que el presupuesto no incluye los gastos de marketing y el que los ingresos de taquilla se dividen con las salas, amén.
Para más detalles es recomendable visitar la columna “¿Cómo calcular el éxito de una película?”. En crítica tampoco le fue mejor con un 5 y un 12% respectivamente. “El último maestro del aire” es, de hecho, su filme peor evaluado.
Esos descalabros dejaron desconfianza en Shyamalan. ¿Qué tan taquillero podría ser? ¿Qué tan confiable en términos de taquilla? Shyamalan tomó el camino de otros directores como Richard Linklatter (“Escuela de Rock” y “Antes del amanecer”).
Shyamalan es productor y fundó en 1998 la productora Blinding Edge Pictures. La empresa es responsable de todos sus títulos desde el 2000 (la primera fue “Unbreakable) e incluye los casos mencionados. Lo que ha cambiado es el enfoque.
El regreso de Shyamalan en 2015 se dio con “Los huéspedes”. Lo produjo por completo y contó con la distribución de Universal Pictures. “Los huéspedes” costó 5 millones e hizo casi 99.
De ahí, todas sus producciones han tenido un modelo similar, con presupuestos promedio de 20 millones de dólares, máximos de 30 millones. Si se observa con cuidado, sus película sí tienen actores conocidos (Gael García Bernal, James McAvoy, Dave Bautista, Josh Hartnett), aunque no necesariamente súper estrellas.
También las desarrolla en una locación o una escenografía o bien con pocas variaciones. En “Viejos” prácticamente todo sucede en una playa; en “Llaman a la puerta” en una cabaña y en “La trampa” en un estadio. Usualmente sus elencos son reducidos, salvo situaciones en las que requiere extras.
Shyamalan trabaja con recursos reducidos y controlables. Ha sido clave. Las expectativas comerciales de sus filmes son muy distintas. Una película con un presupuesto de 20 es un éxito si supera los 60. “Fragmentado” costó 9 e hizo 279; a “Llaman a la puerta” que no le fue tan bien se quedó en 55 de 20. No es una problema.
“La trampa” de Hollywood parece estar en el deseo de “hacer más y más” con cada producción. Esa trampa eleva todas las expectativas y frecuentemente también elimina la libertad y la propia voz. “El último maestro del aire” y “Después de la Tierra” son filmes que no tienen el sello de Shyamalan, las únicas de su filmografía.
Bajo el modelo que ha manejado después, Shyamalan conserva su voz, tiene expectativas mucho más realistas y sólo depende de los estudios para distribución. Es más, con todo ello, tampoco tiene que dividir mayormente “el pastel” cuando se hace el corte de caja.
M.Night Shyamalan “vio gente muerte”; vio sus “barbas remojar” y antes de dejar que alguien más las cortara lo hizo él, poco y lo suficiente como para hacerse de su destino y evitar caer justo en “La trampa”.
Ahora está de regreso en un thriller psicológico donde un padre debe escapar del concierto al que ha ido con su hija pues descubre que hay un operativo para atrapar a “El carnicero”, un asesino; él es “El carnicero”.
Shyamalan no fue su víctima y aplicó aquello de que “el que parte y comparte se queda con la mejor parte”. “La trampa” costó 30 millones de dólares, ya recaudó 25 sólo en una semana en EUA y apenas inició su corrida internacional. M. Night Shyamalan ha escapado de “La trampa”.