Carlos Andrés Mendiola
@carlosamendiola
“Tú pequeño universo cinematográfico está a punto de cambiar… ¡para siempre!”.
Eso dice Deadpool en “Deadpool & Wolverine”. ¿Será?
La respuesta rápida es no. La larga incluye justo el valor que tiene la única película que estrena Marvel en 2024. Es un fenómeno poco visto. Desde 2011, Marvel estrenó al menos dos filmes por año, en otros hasta cinco, sin contar las series que se sumaron al universo en años recientes.
Es un reacción a un síntoma claro, la baja en taquilla que resulta del desgaste de los contenidos sobre súper héroes y, más aún, al resultado de priorizar la cantidad frente a la calidad. Es también el comprender que la audiencia sigue interesada, pero que no quiere sentirse con “tarea” para ver un nuevo contenido.
“Deadpool & Wolverine” llega en un momento y ante expectativas que parecerían poner sobre sus espaldas literalmente “demasiado peso”. Está, en primera instancia, la taquilla. En segundo, el futuro del Universo Cinematográfico Marvel. Cumplirá con el primer y del segundo es lo suficientemente inteligente o hábil como para quitárselo de su camino. No es función. Con todo, sí resuelve otro eslabón que estaba en el aire.
Deadpool es uno de esos personajes que ha sido “mal mirado” o poco comprendido. Inició como un villano, se volvió un antihéroe. Es poco convencional en muchos sentidos o, mejor dicho, poco tradicional. El “mercenario con una boca” es irreverente y malhablado; rompe la cuarta pared.
Sus historias están llenas de violencia y sangre, de ésa que salpica. En esa mezcla “sin límites” surge la comedia. Su debut se dio de manera desdibujada, al borde la caricatura en “X-Men Origenes: Wolverine”.
De ahí, en 2016, contra todo pronóstico, sorprendió en crítica y taquilla, haciendo 782 millones de dólares de un presupuesto de 58 (bajo para los estándares del género) y obtuvo un 85% de los críticos en el meta sitio Rotten Tomatoes.
Una secuela llegó dos años después con resultados igual de buenos. Una tercera era de esperarse, pero se tomó seis años y estuvo a punto de no suceder luego de que Disney adquiriera 20th Century y recuperara los derechos de las propiedades que estaban ahí que incluyen a los X-Men y Los 4 Fantásticos.
El regreso de Deadpool se da en medio de una crisis de Marvel (sobre la cuál bromea, por cierto) y se da en un estatus que podría considerarse de “Patito Feo”. Es decir, llega siendo una propiedad menos valorada que otras que se han construido bajo el paraguas del Universo Cinematográfico Marvel.
Ahí está justo su valor. “Deadpool & Wolverine” encuentra a Wade Wilson/Deadpool alejado de la acción, con un trabajo común y corriente y tras ser rechazado como material para los Avengers.
En su cumpleaños, la Autoridad de Variación del Tiempo lo recluta ante un evento que terminará con su línea del tiempo y que tiene que ver con Wolverine, sólo que el de su línea del tiempo ha muerto.
Deadpool deberá hacerse de otro Wolverine para salvar su universo y ello refiere en el sentido amplio, pero más aún, en el cercano, a esas pocas palabras que lo son todo para él y para quiénes a él le importante.
Detrás de todo la parafernalia, los efectos y el acelerado ritmo de “Deadpool & Wolverine” está el propósito de darle a Deadpool, a la versión de Wolverine y a todos los otros personajes que aparecen de filmes de 20th Century Fox ya sea en cameos o roles secundarios un lugar. Es una diferencia esencial.
A diferencia de lo que ha pasado en otras películas donde la selección de apariciones está en el fan service, en “Deadpool & Wolverine” refuerzan dicho sentido. Por ejemplo, y sin spoilers, aparece la Elektra de Jennifer Gardner, rol que debutara en “Daredevil” y luego tuviera su propia película, ambas con muy malas reseñas.
Está también X-23 (Daphne Keen), personaje heredero de Wolverine en “Logan” y del que se habló para un spin-off. El punto está en que de una u otra manera ambos personajes fueron diseñados. Ahora regresan (junto con otros) para recibir el lugar que merecen.
“Deadpool & Wolverine” no salva como tal al Universo Cinematográfico Marvel, tampoco le carga “más piedras”. Hace varias cosas. Uno, genera un vínculo formal con todas las películas y personajes realizadas en 20th Century Fox.
Dos y más importante, las reconoce más allá de su éxito de taquilla o crítica. Lo que Deadpool busca es reconocimiento, ser valorado. Por ello al inicio del filme no puede ser un Avengers. Quiénes aparecen en la cinta están en una situación igual y cuando concluye todo ha cambiado.
El “pequeño universo cinematográfico” no es que haya cambiado como tal o que se haya alterado de forma radical, pero ha crecido, se ha enriquecido y ahora las posibilidades son más, mucho más.
También, ha dejado claro que los títulos pueden ser contenidos. Para comprender “Deadpool & Wolverine” no es necesario ver nada antes (quizás ver “Loki” ayudaría, pero no es indispensable) y, sin embargo, verla, seguro invitará a que se vean varias películas previas. La única escena post créditos tampoco abre más puertas, sólo responde y comenta más sobre un hecho ocurrido en el propio filme.
El “pequeño universo cinematográfico” no ha cambiado, pero ha mejorado. Su línea del tiempo es ahora más estable y tiene de nuevo futuro.