La comunicación se centra en todo lo que somos y vivimos y por lo tanto alcanza también de manera relevante a las emociones. Estamos inmersos en una cultura que tiende a despreciar este Ômbito de la vida, pero su importancia estÔ presente en cada momento.
David Goldman tituló a su gran bestseller: La inteligencia emocional. Y sirvió a sus lectores para entender que el ser humano es uno y piensa y siente al mismo tiempo. Nuestro hemisferio mÔs lógico y nuestro hemisferio mÔs sensitivo estÔn eternamente unidos en una participación en todo lo que decidimos y realizamos. También nos muestran la disputa que existe entre ellos y que tiene que encontrar conclusiones de una forma coordinada.
Dentro del ecosistema del Dream Marketing, el papel de las emociones requiere de un anĆ”lisis especĆfico. El entretenimiento, la inteligencia artificial, el movimiento continuo del mercado, el mundo educativo, los medios, la polĆtica y hasta ciertos movimientos bursĆ”tiles contienen aspectos emocionales. La inteligencia emocional aporta un valor importante en las decisiones.
Cuando en la comunicación entran en juego la imagen, el sonido, la voz, las experiencias sensoriales, se percibe con claridad la necesidad de la conexión emocional para una transmisión eficiente del mensaje. La realidad de las emociones nos enseña que todo comunica y que los seres humanos recibimos mejor una narrativa que incluya sentimientos y emociones.
Las redes sociales, particularmente TikTok e Instagram, nos permiten entender el valor de las historias con emoción. El storytelling de estas plataformas ha identificado perfectamente nuestra forma de ser humanos y de mantenernos en ellas captando todo los que somos.
MĆ”s aĆŗn, Āæalguien podrĆa imaginar una historia, por lógica que sea, que no lograrĆ” impactarnos emocionalmente? Las grandes historias contienen al menos un pequeƱo porcentaje de conmoción. Cuando algo llega a movernos internamente pone en funcionamiento todos los resortes de nuestra personalidad, desde los sentidos internos de la imaginación y la memoria hasta el desarrollo de los pensamientos.
Los discursos empresariales, los informes al consejo de administración de una empresa, las entregas de resultados, las sesiones de anĆ”lisis y planeación suelen contener algĆŗn elemento mĆ”s humano referido a campos de emotividad. Ni los nĆŗmeros, sean estos positivos o negativos, escapan a una carga de valoración emocional o a un impacto anĆmico.
Durante muchos siglos, cierta filosofĆa ha buscado separar inteligencia de emoción como si se tratara de dos partes de algo, cuando en realidad se trata de dos rĆos que confluyen a un mismo mar en el que conviven y aportan su valor.
Cada uno de los medios que nos han acompaƱado, ha enriquecido nuestra capacidad de entender y valorar a travĆ©s de las emociones. La radio nos inquietaba e impactaba por la capacidad narrativa y por la voz, la televisión nos hacĆa vivir momentos extraordinarios mediante la imagen, el cine nos ha transportado a mundos insospechados con la fotografĆa y las redes sociales nos permiten vibrar como seres humanos pertenecientes a una comunidad que se expresa y que conversa.
Los Social Media han vuelto a otorgar relevancia a la conversación, a la imagen, a la narración, a la pertenencia a una comunidad, al impulso de las emociones. Y lo mismo han logrado las plataformas televisivas y el streaming. Su capacidad de involucrarnos en realidades humanas de siempre con nuevos formatos mantiene la fuerza de la comunicación y de la transmisión de mensajes.
Vivir en el planeta de la inteligencia artificial, de los asistentes digitales, de las plataformas digitales, de las redes sociales, de las aplicaciones, nos mantiene en un estado continuo de receptividad. Sin duda alguna, el mundo ha dejado de tener mĆ”s solitarios aunque se requiera siempre de impresionantes dosis de empatĆa y solidaridad.
La naturalidad y espontaneidad de las emociones siempre serƔn objeto de estudio. Le hemos tenido miedo en muchas ocasiones a tƩrminos como entretenimiento, emotividad o sentimientos y con ello hemos dejado a un lado una parte fundamental de nuestro ser humano.
Una comunicación que realmente incida, fortalezca y empatice se logra solamente considerando a un ser humano completo en el que las emociones tienen siempre un asiento de honor.