Las consideraciones hacia los criterios ASG han ganado fuerza significativa en los últimos años a medida que los inversores reconocen cada vez más la importancia de la sostenibilidad y las prácticas comerciales éticas. Sin embargo, el camino hacia la sostenibilidad para las marcas y las empresas está plagado de obstáculos.
Simplemente adoptar el concepto de la iniciativa es ya bastante difícil, ya que exige que muchas industrias, como la de embalaje de productos, reinventen sus procesos desde cero para ser verdaderos actores. Y a medida que el tema se politizó, surgió una reacción que se transformó en un movimiento anti-ASG, dejando a los inversores vulnerables a castigos financieros.
También es importante señalar, que el panorama de las inversiones y las prácticas corporativas ASG es dinámico y está sujeto a diversas influencias. Las recesiones económicas, los cambios regulatorios y los
cambios en el sentimiento de los inversores que pueden afectar el impulso de estas iniciativas.
Un informe de la firma Kyndryl, en colaboración con Microsoft, revela que, si bien el 85 por ciento de las organizaciones otorgan un alto nivel estratégico de importancia al logro de sus objetivos de
sostenibilidad, solo el 16 por ciento ha integrado la sostenibilidad en sus estrategias y manejo de datos.
Y es que, a medida que el mundo enfrenta un aumento de eventos y desafíos relacionados con el clima, existe una urgencia entre las empresas de actuar más rápido y por ello es imperativo aliarse con la tecnología para impulsar soluciones sostenibles.
Cuestiones como la falta de estandarización, requieren de acoger acciones que suplan la carencia de métricas estandarizadas y marcos de presentación de informes para los factores ASG. Esta ausencia de coherencia dificulta que los inversores, las partes interesadas y las propias empresas evaluar y comparar
el desempeño ASG con precisión, de ahí el valor de usar tecnología como la IA.
Las presiones de contar con reportes o acciones que reflejen el compromiso con la sostenibilidad, ha llevado a algunas empresas a practicar el "greenwashing” (lavado verde), que implica exagerar o
tergiversar sus esfuerzos ASG para parecer más responsables ambiental o socialmente de lo que realmente son. Esto puede socavar la confianza y la transparencia en las instituciones.
Las consideraciones ASG pueden plantear dilemas éticos para las empresas, particularmente en industrias con prácticas inherentemente controvertidas, como los combustibles fósiles, la fabricación de armas o la del vestido. Equilibrar los intereses financieros con los principios éticos puede generar debates y desacuerdos dentro de las organizaciones y entre las partes interesadas.

A pesar de todos estos desafíos y controversias, el planeta no puede esperar y el impulso detrás de la inversión ASG y la sostenibilidad corporativa debe continuar creciendo a medida que las partes interesadas reconocen cada vez más la importancia de abordar cuestiones ambientales, sociales y de gobernanza para la creación de valor y el bienestar social a largo plazo.
La tecnología puede ayudar a automatizar, modernizar y priorizar procesos e infraestructuras de sostenibilidad. La tecnología se ha convertido en un facilitador clave para el éxito de la sostenibilidad, y su papel solo continuará creciendo con el advenimiento de herramientas de IA más sofisticadas para mejorar la transparencia, la rendición de cuentas y una acción significativa en cuestiones ASG. No se trata de solo platicarlo, se trate de practicarlo.