La política de las grandes ideas y del diseño de beneficiosas políticas públicas en favor del ciudadano elector, se va extinguiendo para dar paso a la diatriba y a la narrativa fácil para la descalificación entre los actores políticos que ahora gobiernan en el mundo.
No resulta fácil generalizar y hasta parece ofensivo, pero son pocas las excepciones que muestran a políticos profesionales que buscan servir a sus conciudadanos y alejarse de la polarización. Son muy pocos.
Política es diálogo, es cabildeo y servicio. Es la capacidad de sentarse en la mesa de las negociaciones para aportar una visión que apunte al progreso y la armonía bajo un perfil honesto y transparente. Es esta la política que buscan las nuevas generaciones en personajes mediáticos que se identifiquen con ellos.
Estamos atrapados entre las ideologías, los populismos y las alianzas en donde no importan los valores y las declaraciones de principios partidistas originales. Vivimos en la época en donde se busca el poder por el poder mismo, centrándose los líderes en satisfacer apetitos personales y no el de las mayorías, lo que los desvincula y en muchos casos, los coloca en la categoría de los estados fallidos.
Para muestra un botón. Lo sucedido en España en donde después de una cruenta pugna post-electoral, entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, en donde estuvieron sumados sus aliados Santiago Abascal y Yolanda Díaz respectivamente, termina con la investidura del primero al lograr 179 votos en el Congreso de los diputados superando con tres, el número mágico de los 176 necesarios que le proporcionó su alianza o bloque temporal integrado para la ocasión con los independentistas y los izquierdistas nacionalistas con los que el Partido socialista Obrero Español cerró filas para ganar.
Con el acuerdo anterior terminan casi cuatro semanas de pactos y también protestas en donde resalta una ley llamada de amnistía y como telón el independentismo Catalán.
Cabe recordar que Pedro Sánchez inició este proceso teniendo en cuenta el escenario previo al 23 de julio y teniendo todo en contra; sus alianzas lo encumbraron pero no importaron los cómos.
Sánchez llega así, a su tercer mandato, con más apoyos que Mariano Rajoy del Partido Popular y José Luis Rodríguez Zapatero del PSOE, en sus épocas del 2004 y 2008, fruto de las mencionadas alianzas, que lo comprometen ahora a realizar un buen gobierno bajo la mirada atenta del Partido Popular y VOX que ahora pierden espacios pero no todo el favor electoral.
El congreso queda dividido y lo que vendrá ahora será una guerra de posturas y declaraciones que muy posiblemente lleven a este poder a un estancamiento inicial.
El war room electoral queda en pausa para abrir la agenda gubernamental que proporcione ya los esperados beneficios que deben salir de la Moncloa.
Nos encontraremos más adelante.
Federico Torres López.