Neve Gelato se suma a las marcas que han incorporado el pan de muerto a sus sabores de temporada con motivo de los festejos de Halloween y Día de Muertos.
El gelato sabor pan de muerto y las paletas Frankie, Momia y Calabaza.
De esta forma, Neve Gelato se suma a otras cadenas que han añadido al pan de muerto a sus sabores, tal es el caso de Nutrisa que creó un macarrón con chocolate en forma de este pan, y Dairy Queen.
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La propuesta de esta cadena es mezclar el gelato italiano y el tradicional helado mexicano.
Algunos de los sabores tradicionales de Neve gelato son Queso con frutti di Bosco; Chocolate callebaut; Vainilla con nuez y cajeta; Mango; Frutti di bosco; Café con palanqueta y chocolate; Pistache, amarena y chocolate; Pay de limón con queso Philadelphia; Menta con chocolate; Limón con hierbabuena; tres chocolates (blanco, leche y semi amargo); Tiramisú; Coco con cajeta y almendra; Ferrero; Cereza cherry y cereza amarena; Cookies and cream; Yogurt griego y maracuyá; Dulce de leche; Kínder, y algodón de azúcar.
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Significado del pan de muerto
El pan de muerto es una delicia, tanto para vivos como para muertos. Durante los últimos años han surgido muchas variedades al pan de muerto tradicional: relleno, ya sea con nata, Nutella, Chocolate, helado, crema… incluso hay quien ya ha experimenta con hamburguesas o tortas preparadas con este pan.
El significado es el siguiente: el círculo que se encuentra en la parte superior del mismo es el cráneo, las canillas son los huesos y el sabor a azahar es por el recuerdo a los ya fallecidos.
Altar de muertos
La tradición de los altares de muertos es el resultado de la amalgama de las culturas prehispánica y española. Originalmente, existía una ofrenda dedicada a la diosa Cihuapipiltin, una figura venerada en honor a las mujeres que perdían la vida durante su primer parto. La creencia popular sostenía que estas mujeres vagaban en el aire, razón por la cual se les ofrecían regalos en los templos o encrucijadas.
Estas ofrendas tradicionales incluían “panes” con formas variadas, como mariposas o rayos, conocidos como xonicuille, elaborados con amaranto, y “pan ázimo”, un tipo de pan hecho de maíz seco y tostado, llamado yotlaxcalli, según lo describe Fray Bernardino de Sahagún. También se ofrecían tamales, denominados xucuientlamatzoalli, y maíz tostado, conocido como Izquitil. El amaranto era un componente predominante en estas ofrendas por ser considerado un alimento especial.
Fray Diego de Durán, en sus crónicas, detalla la ofrenda a Huitzilopochtli, donde la población solo consumía tzoalli con miel durante las celebraciones. Con una mezcla de amaranto y miel de avispa o maguey, se creaba un gran ídolo en representación del Dios, que se adornaba y vestía. También se ofrecían otros “panes”, como pequeñas tortillas, y tras la festividad, los participantes se dividían estos alimentos para su consumo.
El pan de muerto, arraigado en la época de la Conquista y moldeado por rituales prehispánicos, ha emergido como un componente esencial en las ofrendas contemporáneas del Día de Muertos. Este pan, que evoca un profundo sentido de placer y conexión cultural, es especialmente apreciado en las regiones centrales y meridionales de México.
Se ha convertido en un símbolo de la reunión entre los difuntos y sus familias, una tradición que se ha perpetuado a lo largo de los siglos. Cada año, en la conmemoración del Día de Muertos, estas prácticas antiguas resurgen, transmitiendo un legado cultural que entrelaza generaciones y celebra la conexión eterna entre los vivos y aquellos que han partido.