El 13 de septiembre se conmemora el aniversario de la Defensa y Batalla del Castillo de Chapultepec. La fecha es recordada por la hazaña de los Niños Héroes, la cual ocurrió en 1847 en el marco de la invasión de Estados Unidos a México.
En este año 2023 el aniversario de la gesta heroica de los Niños Héroes cobra una relevancia especial, pues se enmarca en el Bicentenario del Heroico Colegio Militar (HCM). Los datos de Google Trends revelan que, durante este mes patrio, una serie de preguntas relacionadas con los Niños Héroes y lo ocurrido el 13 de septiembre de 1847 inundan las búsquedas informativas, evidenciando el interés de la comunidad educativa por este importante episodio de la historia de México.
En torno a este pasaje de la historia de México existe un hecho poco conocido, el cual ocurrió 100 años después de la batalla de Chapultepec.
¿Por qué se llaman Niños Héroes?
El término Niños Héroes se refiere a un grupo de cadetes del Colegio Militar que enfrentaron al Ejército de Estados Unidos. Desde que estudiamos la primaria nos enseñaron los nombres de Juan Escutia, Agustín Melgar, Juan de la Barrera, Vicente Suárez, Francisco Márquez y Fernando Montes de Oca, quienes sacrificaron su vida antes que rendirse o huir ante los invasores.
Sin embargo, en estricto sentido, fueron muchos más jóvenes cadetes los que participaron en esta defensa. Todos ellos lucharon con heroísmo y sacrificaron su vida por defender a su país.
La ‘ofensa’ a los Niños Héroes, 100 años después
El 1947, exactamente 100 años después de que Estados Unidos invadiera México, el presidente de aquel país, Harry Truman, visitó México.
Su visita causó mucha polémica y descontento, pues ocurrió exactamente un siglo después de la invasión norteamericana, a partir de la cual México perdió la mitad de su territorio.
Para congraciarse con los mexicanos, Harry Truman realizó una visita y guardia de honor en el antiguo monumento de los Niños Héroes, ubicado en Chapultepec. Ahí colocó una ofenda floral y dirigió un discurso durante el cual dijo que: “un siglo de rencores se borra con un minuto de silencio”.
A los mexicanos no les cayó nada bien ni el discurso ni las flores de presidente Truman. El descontento fue tal que durante la noche, la ofrenda floral del presidente de los EU “desapareció misteriosamente y corrió el rumor de que un grupo la había arrojado a las puertas de la embajada estadounidense”. Incluso, algunas versiones especularon que fueron algunos cadetes quienes la retiraron.
La construcción de un mito
Miguel Alemán era entonces el Presidente de México, y le tocó enfrentar el enojo de los mexicanos ante la visita de Truman.
Para conmemorar el centenario de la guerra con Estados Unidos, Miguel Alemán creó el Comité Nacional Pro-Conmemoración Héroes 1846-47. A pesar de que se quería destacar a los cadetes en la conmemoración, no se sabía dónde estaban sus restos.
Desde la Independencia, se habían realizado ceremonias en las se colocaron los restos de figuras heroicas en lugares de honor y monumentos. Para la celebración de 1947, resultaba estratégico tener los restos de los Niños Héroes para honrarlos apropiadamente.
En marzo de 1947, el general Juan Manuel Torrea encabezó la búsqueda de los restos en el bosque de Chapultepec. Anteriormente ya se habían realizado búsquedas sin éxito, pero el 16 de marzo anunció que los restos habían sido encontrados.
Al paso del tiempo han surgido muchas dudas sobre la autenticidad del descubrimiento. La primera se centra en el hecho de que el Ejército Mexicano supervisó todo el proceso, desde la excavación hasta la “confirmación” de la identidad de los huesos. Además, el ejército tenía un interés particular en ese momento de reafirmar su imagen y la memoria de los Niños Héroes, lo que podría haber influido en la manera en que se gestionó el “hallazgo”.
Sobre este episodio, el sitio web de historia de México WikiMéxico recupera la siguiente historia:
“La supuesta autenticidad fue apoyada por varios historiadores y por el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Nadie se atrevió a contradecir la ‘verdad histórica’, avalada por el Presidente, con un decreto donde declaró que aquellos restos pertenecían indudablemente a los niños héroes.
“¿Quién podía cuestionar la autoridad histórica del presidente de la República. Si la fundamentación era muy sólida? Seguramente en septiembre de 1847, en medio de la batalla, algún profeta o un vidente se tomó el tiempo para hallar, entre los 600 muertos que yacían regados por todos lados, los cuerpos de los seis cadetes que cayeron en distintos sitios y los sepultó juntos esperando que un siglo después fueran encontrados para gloria de México”.
Este extraño hallazgo fue el que transformó a los Niños Héroes en un mito, en la leyenda que hoy se sigue estudiando desde la primaria.
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Un montaje innecesario
El montaje en torno a los Niños Héroes aún levanta polémicas. Los jóvenes cadetes que defendieron con valor el Colegio Militar ante los invasores existieron, incluso algunos de ellos lograron sobrevivir. No hacía falta representar la farsa de los restos humanos para reconocer el lugar que ocupan en la historia de México.
“Su desmitificación supone la reconstrucción paulatina del hecho, de los personajes y de sus circunstancias, a partir de todas las fuentes, sin sesgar, ni excluir. Todos los defensores de Chapultepec, sin excepción, se ganaron su derecho de piso en la historia nacional”.
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