Santiago, Chile.- Y sigo sin WhatsApp porque todavía no recupero mi teléfono original. Entonces observo desde afuera el fenómeno que tiene al mundo entero mirando la pantalla de su dispositivo digital. He visto tropezones, choques entre personas por estar texteando, parejas en cafés y restaurantes que se hablan mientras miran sus teléfonos y le sonríen (al aparato, claro está, no a su compañer@), más un lote de conductores que no tienen empacho en escribir, mientras están en movimiento. Entonces busco historias sobre la adicción y la verdad es que hay muchísimas en la red. Comparto con ustedes algunas increíbles.
El sitio web Odee publicó hace unos meses, diez historias en las que Whatsapp es protagonista de varios conflictos. Algunas son tan insólitas que dan risa y nos hacen preguntarnos cuánto cambiará la forma de comunicación en un tiempo más, si siguen apareciendo aplicaciones que nos generen tal adicción.
En India, una mujer fue llevada a la policía por su marido, alegando que ella le prestaba más atención al teléfono que a él (no se especifica qué tan entretenido era el hombre, pero el alegato es válido de igual forma). Según Vijay Nagal, quien es ingeniero especialista en software (sí, además), Payal, su mujer no tiene tiempo ni siquiera de darle un vaso de agua cuando él llega a casa porque se mantiene “muy ocupada enviando mensajes por WhatsApp”. Al margen del machismo que se traduce de su declaración, es evidente que el pobre hombre está solo en la vida.
En la navidad del año pasado, una mujer de 34 años, embarazada, terminó en el hospital con diagnóstico de “Whatsappitis”, tras haber pasado seis horas enviando mensajes a través de la querida aplicación. No hubo antecedentes previos de trauma alguno, pero su muñeca estaba casi inhabilitada después de las horas de esfuerzo continuo.
Y en todas partes la adicción crece. Un oficial de la Correccional de Zimbabwe fue sometido a acciones disciplinarias, luego de que dos internos escaparan de la cárcel de máxima seguridad, mientras él respondía mensajes a través de WhatsApp. La información señala que, a raíz del descuido, los reclusos le robaron el uniforme, el celular y la billetera, luego lo ataron a un árbol y lo amenazaron de muerte si gritaba pidiendo ayuda. No se sabe si respondieron el último mensaje enviado por el amigo del guardia 😉