En muchas ocasiones los consumidores conocen mejor a las marcas de lo que podría pensarse. Basta y sobra una visita a un Starbucks para encontrar una increíble creatividad al combinar distintos ingredientes, preparaciones, temperaturas y tamaños. Las marcas de comida han entendido que el consumidor busca mayor control sobre su ingesta diaria y que tener una receta personal es parte de una experiencia positiva.
En este sentido en redes sociales y sitios web especializados se ha comenzado una gran base de datos de “recetas secretas” o preparaciones personales que prueban los límites de las marcas. También tienen otro beneficio escondido, a partir de estas combinaciones tipo “crowdsourced” es posible acceder a una investigación de mercado sin precedentes.
El ejemplo más notable de este fenómeno de consumo es el sitio web de #hackthemenu, dentro de su portal es posible encontrar opciones de todo tipo para ser ordenadas en los principales puntos de venta alimentarios. Según sus fundadores el objetivo del sitio también es de salud y frescura en los alimentos “…muchos restaurantes pre-cocinan los platillos de su menú regular. Al pedir fuera del menú es posible forzar el restaurante para dedicar un poco más de atención a la preparación”.
El resultado positivo excede al sitio mencionado, tan sólo en twitter el hashtag #hackthemenu suma 835,904 impresiones en los últimos 30 días. Por su parte la cuenta oficial del sitio hackthemenu.com es de menor tamaño lo que demuestra que la necesidad de crear opciones personalizadas precede a cualquier sitio. Ahora sólo resta pedir uno de los platillos secretos y rezar para que cumplan con la promesa de ser una mejor opción o que la versión local del restaurante sea lo suficientemente amable para hacer la preparación. Por ejemplo, si les gusta vivir una experiencia extrema existe el Suicide Burger de Burger King. Su preparación incluye 4 piezas de carne de res, 4 trozos de queso, tocino y salsa especial.
Y para un postre visitar Dairy Queen resulta buena idea. Es posible ordenar una receta secreta que probablemente requiera de una cantidad importante de buena fe por parte de la persona que la prepare. El DQ sundae de malvavisco con helado de vainilla es exactamente eso, una gloriosa combinación de sabores.
Las marcas tendrán que acostumbrase a este fenómeno en el que el destino del producto está en manos del consumidor. En este entorno resulta posible tener utilidades marginales en productos que probablemente habían perdido atención y mediante crowdsourcing vuele cómo el Fénix.