No me cansaré de festejar la célebre frase y título de canción de mi súper ídolo Bob Dylan, “Los tiempos están cambiando”. Efectivamente, la cotidianidad está transformándose en nuestro derredor evidenciándose en cada acción que tomamos, en cada producto que consumimos, en cada servicio que solicitamos u ofrecemos, en cada mensaje que enviamos y, me pregunto… nosotros, las personas, tú y yo, ¿Estamos realmente cambiando al ritmo de los tiempos?.
El cambio más importante reside en el pensamiento. En la percepción del fenómeno en si. En la aceptación de la transformación de uno mismo primero. A veces la aceptación del cambio se da, siempre y cuando éste no nos afecté de forma directa: “Hágase la voluntad de Dios pero… en las mulas de mi compadre”.
Stephen R. Covey decía que la creación (desarrollo de cualquier cosa) sucede dos veces: cuando la piensas y cuando la produces. Yo agrego que la aceptación del cambio sucede en dos fases: cuando lo aceptas y cuando lo adoptas.
Si bien todos nosotros estamos aparentemente dispuestos y abiertos al cambio en cualquiera de sus naturalezas, muy en el interior; allá donde los procesos mentales se gestan, los viejos paradigmas se mantienen firmes rechazando los (aparentemente) previamente aceptados cambios. Es el caso de la posesión permanente contra la posesión temporal de bienes y servicios. En este escenario: venta vs. renta, es donde los desencuentros se agudizan y surgen los viejos preceptos sobre la posesión de bienes. Estos pensamientos fuertemente estampados en nuestra zona límbica, cincelados de generación en generación, se mantienen renuentes manifestándose justo en el momento de tomar las trascendentes decisiones que afectan lo que sigue de nuestras vidas. Algo en nuestro interior nos dice: “es mejor comprar y poseer que, rentar y arriesgar perder”. Es por esta razón que los productos y servicios tipo WEB BASE han encontrado tanta resistencia en algunas sociedades (usuarios) o generaciones mismas que prefieren comprar en una tienda que hacer download en una máquina y, por ningún motivo… manejarse en la NUBE, que es que “el epitome de la NO POSESIÓN”.
De todos es conocida la tendencia del comportamiento colectivo en las nuevas generaciones llamadas Millennials. Éstas manifiestan tendencias que privilegian “el uso por sobre la propiedad de bienes y servicios”. Ellos se encuentran más dispuestos a rentar y compartir que a comprar y poseer. Este fenómeno, como nuevo paradigma social, abarca absolutamente todo el espectro de consumo cambiando los focos de inversión y producción; me explico: ¿Por qué invertir en la durabilidad a largo plazo de tal o cual producto (o bien-inmueble), si éste pasará de moda en un lustro o antes. Así pasa con multitud de otras cosas: autos, casas, muebles, sistemas, joyas, vestuario, relojes y hasta acompañantes. Rentar en totalidad o parcialidad y… compartir lo rentado, representan el signo de los tiempos y/o el empuje de las nuevas generaciones.
Como profesionales, no podemos despreciar estos paradigmas por el simple hecho de que no los compartamos. Entonces, ¿cómo encontrar el punto medio entre la renta y la venta?. Mientras nuestros padres adquirían bienes de consumo como salas y recámaras con el fin de poseerles (y que les duracen) toda la vida, las generaciones actuales se encuentran más interesadas en la movilidad, el cambio constante, las nuevas tendencias, la moda, la temporalidad y la sustentabilidad que da el reciclado. Mientras las oficinas de antaño eran vestidas de gruesos y pesados muebles de madera construidos para impresionar a terceros y durar centurias, las generaciones actuales laboran en la nube desde cafeterías de cadena compartiendo espacios hasta con competidores.
Quizás la clave provenga de donde menos pensamos. De todos es conocido el fenómeno de las tiendas departamentales escandinavas IKEA, que, si bien privilegian el consumo por vía de la compra, la relación “costo-beneficio” ubica sus productos justo en el perfecto balance entre lo mencionado por las nuevas generaciones dándole sentido a la adquisición por sobe la renta. Los muebles y accesorios son tan económicos y reciclables que “no tenemos que cargar con ellos toda la vida” ni “pagar cantidades superiores a la renta de los mismos”.
No cabe duda que cualquier estrategia comercial o productiva, de ahora en delante, deberá contemplar la posición temporal de cualquier objeto y/o servicio tanto para su producción como su comercialización. Como en una ocasión dijo Woody Allen: “La eternidad se torna aburrida sobre todo hacia el final de la misma”.