México aprobó recientemente una serie de reformas. En ésta columna ya hemos comentado la sección petrolera de la Reforma Energética. No obstante, no hemos dado el suficiente espacio al impacto que la Reforma Energética en su conjunto tendrá desde el punto de vista mercadológico, en los negocios en el país.

Norteamérica es una de las zonas comercialmente más influyentes del mundo. Según un estudio realizado por el Council for North American Policy, Norteamérica equivale al 23% de la economía mundial. Siendo ésta área de la relevancia mencionada; lo deseable es que los capitales fluyan de la manera más tersa y libre posible.

Las reformas realizadas en materia energética, entre otras cosas, están buscando; por un lado el incluir a una mayor cantidad de actores económicos en el sector, y por el otro, explotar fuentes energéticas que el monopolio del Estado no ha podido hacer (por una cuestión o por otra).

El Norte de México es ultra rico en gas. Desgraciadamente, en México no se cuenta con la tecnología para extraerlo de los yacimientos rocosos en donde este se encuentra. Lo interesante es que a sólo unos kilómetros de esos yacimientos (en Texas) se ubican las sedes de diversas empresas que poseen las patentes para la extracción de este tipo de gas. Bajo la situación actual, México es un importador de gas; cuando que, dada la riqueza del subsuelo mexicano, deberíamos ser exportadores del mismo.

Ésta situación ha provocado que en México se pague gas caro; gas que necesita la industria. Lo mismo ha ocurrido con la electricidad; ya que no podemos producirla a partir de gas, debido a nuestro impedimento al explotarlo.

Las reformas provocarán en el mediano plazo, la existencia de precios más competitivos y la generación de nuevos empleos (alrededor de 500mil en los próximos dos años); muchos de ellos, altamente calificados.
Diversos analistas han pasado por alto los recientes datos que la OCDE ha publicado por medio de su reporte “Perspectivas de la educación 2014″. En México, el sector más afectado por el desempleo es aquel que debería de ser el más productivo. Jóvenes de entre 29 y 34 años de edad con títulos universitarios. Sin embargo, y de manera paradójica, en nuestro país han crecido con mayor celeridad las vacantes laborales que sólo requieren de educación básica.

Si contamos con un sector energético compuesto por diversas empresas que exploten, generen y distribuyan gas, electricidad, petróleo y sus derivados; multiplicaremos en número de empresas que juegan en la cancha financiera nacional; requiriendo por ende, no sólo de ingenieros (eléctricos, mecánicos, químicos, entre muchos otros), sino administradores que lleven las oficinas regionales, contadores que calculen impuestos, y por supuesto mercadólogos, comunicólogos, publicistas y diseñadores gráficos que detecten las necesidades del mercado meta, comuniquen la oferta de productos a los usuarios, generen la identidad gráfica de las empresas y manejen las correspondientes Redes Sociales.

He de ser muy sincero; yo veo un futuro muy prometedor para México y su devenir financiero y económico durante las próximas tres décadas. Y no, no es algo que haya hecho un partido político o un equipo gobernante en específico. La bonanza que se acerca es gracias al empeño de todos y cada uno de los mexicanos, que han comprendido que México necesita competir, que puede competir y que va a ganar.
@Proxemia