Santiago, Chile.– El mundo se ha poblado de programas de talentos, cuál más exitoso que el otro. Y no importa qué suceda después con los ganadores, el camino es el fin, más que llegar a la meta. En ese proceso, es el público el que disfruta y viraliza cada una de las actuaciones que lo motiva. Pero ¿por qué gustan tanto? ¿Qué hay tras la presentación de jóvenes, niños y adultos desconocidos? De seguro son muchas razones, pero hay por lo menos cinco de las que el marketing debiera aprender.
El ser humano como centro. Lo decimos constantemente, si bien la marca es importante, el foco debe estar puesto en la persona, en el cliente. En los programas de talentos, todo gira en torno al participante. Un desconocido se vuelve rock star gracias a la importancia que le da la producción. La campaña está hecha en torno a él.
La emoción. Sabemos que uno de los factores más importantes en cualquier campaña es generar emoción en el público objetivo. Estos programas nacen y crecen en torno a la emoción, tanto del participante, del jurado y del público. Y aunque ésta sea pasajera, habrá dejado una huella importante. Sólo un ejemplo ¿quién no recuerda a la monja italiana, cada vez que escucha “No One” de Alicia Keys?
El voyerismo. Todos somos un poco voyeristas y aunque no lo confesemos, nos interesa observar la vida de los demás. Basta ver qué sucede con los programas de tele realidad para darse cuenta de qué el mundo mira hacia el mundo.
La identificación. Cuántos de nosotros no hemos querido ser “rock stars”, actrices o grandes personalidades, pero por algún motivo no nos decidimos a intentarlo. Parte del éxito de estos shows radica en que nos identificamos con los protagonistas y en alguna parte de nuestra mente, surge la pregunta “Si ella o él pueden ¿Por qué yo no?”. Si logramos una situación que identifique al público con la marca, habremos establecido un lazo indisoluble.
El reconocimiento.De ser un ciudadano común a convertirse en estrella y obtener el reconocimiento de celebridades y público en general, es un sueño para la mayoría de las personas. El que alguien lo consiga también nos vincula con el anhelo del propio reconocimiento y el punto anterior vuelve a ser importante, la identificación.
Algunos ejemplos de buenos descubrimientos.