A los ojos de la historia reciente, la receta para ser un tecnócrata de actualidad (los hay hipsters también) es simple, busca un negocio que incorpore una larga cadena de valor (es decir, que haya muchos escalones entre el productor y el consumidor). De preferencia, que involucre mano de obra poco calificada y que ofrezca un servicio de consumo constante y accesible a las masas.

Sumarás puntos si tu negocio objetivo está monopolizado por un grupo o persona o familia, o por un sindicato. Y ya está, con un poco de conocimiento de finanzas, un buen grupo de ingenieros y oídos sordos a la crítica empresarial, orejas de elefante para los elogios en las redes sociales y pies de plomo para aguantar presiones de todos los afectados: consumidores, productores, operadores, reguladores.

El llamado P2P (peer to peer), como suelen llamarlo los analistas llama a eso a romper cadenas de valor mediante la tecnología y rápidamente están surgiendo los nuevos ricos, jóvenes sin corazón ávidos de fama, dinero y arrogancia. Asi se están configurando las nuevas riquezas que quieren emular a Zuckerberg.

Uber, cumple con bastantes de estos puntos, capaz de molestar lo suficiente a los taxistas, a los sindicatos y a los gobiernos ¿por qué una industria tan noble y obscura, fue objeto del deseo de los nuevos tecnócratas?

La firma originaria de California, explica en su página uber.com, “esta evolucionando la forma en el mundo se mueve. Conectando sin esfuerzo a los conductores”, haciendo a las ciudades más accesibles, y abriendo más posibilidades a los usuarios y más negocio a los conductores.

¿Qué sentido más noble que lograr una nueva evolución en un mundo caracterizado por lo estático de sus jóvenes, sumidos en una apatía que sólo las causas sociales mueve? ¿Que hay de malo en ayudar a los taxistas del mundo (bueno y a todos aquellos que quieren tener un taxi) a tener más clientes, a cambio de unos centavos que pide la noble empresa por sus servicios de tecnología?

A ojos de muchos, es una excelente idea. Sin embargo, aquellos que invirtieron en grandes flotillas de taxis o aquellos sindicatos con muchos conductores incorporados, no piensan igual. Simplemente, consideran que la competencia no es leal. Y tiene mucho que ver con la amateurización del producto, las cámaras digitales fomentaron la multiplicación de los “fotógrafos” bajo el argumento que la cámara es accesible y todo lo demás está entre las orejas, las laptops y el ánimo del chisme fomentaron “el nuevo periodista” entre el profesional y el ciudadano con ánimo de contar noticias.

Los taxistas en el Reino Unido, protestan airadamente y ponen muchos pretextos sobre la mesa, pues alegan que los legendarios taxis negros londinenses son manejados por choferes que han debido llenar una gran cantidad de requisitos y los conductores de Uber, les basta una licencia simple -de uso común en el reino unido. Mientras tanto en Berlín, los taxistas hablan de los peligros sociales de “amateurizar” la profesión. Ciertamente atrás de estos argumentos hay un valor de mercado, y por ende una barrera legal y técnica. El gobierno alemán habla de los peligros de los conductores de Uber, en Inglaterra los taxistas organizan protestas ¿y en México y Latinoamérica? comienzan los argumentos de secuestros, robos y falta de control. Cada país, saca a sus dragones del Edén.

La realidad es que de acuerdo con las estimaciones del Banco Mundial, los negocios pueden cambiar gracias a la incorporación de nuevas tecnologías en los procesos económicos más simples ¿están fomentando una nueva tecnocracia? Mientras tanto, no te desconectes y aprovecha las ventajas del P2P.