Por Alan Campos
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Advertencia: Si usted es aficionado de hueso colorado de Miguel Herrera, la selección mexicana o simplemente considera que el papel del combinado nacional en el pasado Mundial de Brasil 2014 fue el mejor de la historia, no continúe leyendo estas líneas, pues de lo contrario corre el riesgo de molestarse y proferir una serie de insultos en mi contra y mi familia. Hecha la advertencia anterior procedo con mi texto.
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Para triunfar dentro del mundo del deporte (tanto cuerpo técnico como atletas) se necesita tener talento, carisma, muchas ganas, contactos, suerte o un gran equipo de relaciones públicas detrás; mientras más de estos elementos se tengan a favor, mayores serán las posibilidades de éxito. Asimismo, cabe destacar que algunos de los elementos antes mencionados tienen un mayor peso que otros, claro ejemplo de lo anterior es el técnico nacional Miguel Herrera, quien pese a carecer de varios elementos para ser un buen técnico, cuenta con otros tantos que le convierten en una gran mercancía.
Y es que aun cuando el Piojo carece de los resultados que le avalen para ser técnico nacional (1 título de liga en más de 10 años de carrera no es suficiente a mi entender), su popularidad y carisma le otorgan una ventaja mercadológica de la que no gozan otros técnicos con un mejor curriculum como el propio Víctor Manuel Vucetich, el hombre a quien reemplazó luego de sólo 2 partidos, quien en poco menos de 30 años de carrera ha cosechado 13 títulos (5 de ellos en Primera División).
De hecho, podríamos decir que “la estrategia de marketing” a favor del Piojo comenzó tras la destitución de Vucetich, pues de repente Herrera (a quien muchos consideran como un abanderado de Televisa) apareció como el salvador que llevaría al equipo a la Copa del Mundo luego de los fracasos cosechados por José Manuel de la Torre y el propio Vuce. Tal y como era de esperarse ante un rival como Nueva Zelanda, Herrera consiguió un par de victorias y el pase a Brasil 2014, hecho que de inmediato le convirtió prácticamente en un héroe nacional ante todos los aficionados al futbol y, por ende, para todas las marcas que tenían planeado contar con presencia durante el certamen.
Tras conseguir la clasificación se convirtió en un hecho cotidiano ver al técnico nacional dentro de las ejecuciones y estrategias publicitarias de diferentes marcas (Panini, Banamex, Crest, Segunda Mano, Melox e incluso el grupo de rock Moderatto), situación que si bien también acontecía con varios de sus predecesores, no era tan frecuente. Ni siquiera el técnico campeón del mundo Joachim Löw ha aparecido en tantas ejecuciones publicitarias como Miguel Herrera pese a llevar 8 años al frente de la selección teutona.
Pero la popularidad y carisma de Miguel Herrera no disminuyeron tras la Copa del Mundo, sino que por el contrario alcanzaron un nivel global debido a su manera tan particular de vivir el futbol, situación que le ha llevado a protagonizar diversas entrevistas en prácticamente todos los espacios televisivos disponibles en México, en los cuales de nueva cuenta ha demostrado esas carencias que le convierten en mejor mercancía que técnico nacional (no hay otra manera de describir la violación al código de ética interno de la selección al quemar Jesús Corona en televisión nacional).
Y si bien a mi entender a Herrera le faltan muchísimas características para convertirse en un buen entrenador, también debo de reconocer que cuenta con otras tantas que le pueden ayudar a alcanzarlo, entre ellas su determinación y carácter, elementos que seguramente le serán de bastante utilidad cuando decida poner más atención en entrenar a un equipo de futbol que en ser protagonista por encima de sus jugadores.
¿O ustedes recuerdan algún otro director técnico que haya tenido tanta atención mediática como Miguel Herrera?
