Si bien las tendencias de dirección y comunicación organizacional actuales, buscan que jefes y subordinados mantengan abiertos los canales para dar a conocer sus opiniones y necesidades, también lo es el que, por mucha ‘apertura comunicacional’ que exista, hay frases que es mejor no pronunciar bajo ninguna circunstancia.
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No se trata de palabras que puedan conducir a un despido, pero si de frases que podrían jugar en contra para el desarrollo profesional posterior, por no hablar del cambio (negativo) de percepción y deterioro de la relación entre ambas partes, aunque pueda luego ser superado el malestar inicial.
Para ‘morderse la lengua’ antes de pronunciar estas palabras, primero hay que conocerlas, de entre las numerosas opciones relacionadas que ha obtenido Dave Kerpen, fundador y CEO de Likeble Social, en su experiencia con decenas de empresarios.
- Estoy aquí sólo por la paga
Una clara indicación para los supervisores de que existe poca implicación con el trabajo.
- Quiero hacer lo que sea más fácil
Mostrar que se desea ejecutar las tareas por su menor nivel de dificultad, deja en evidencia la falta de interés por aprender y/o perfeccionar habilidades, y por ende subir al siguiente nivel.
- Esto me toma demasiado tiempo
A nadie le gustan las obligaciones que requieren gran inversión de tiempo para obtener resultados, pero decirlo al jefe, no es la mejor forma de mostrar la disposición a contribuir a la culminación de un proyecto.
- Podría estar haciendo otras cosas…
Si lo piensas, no lo digas en voz alta. La respuesta sería muy simple. Si no te gusta lo que haces, busca otro trabajo. Si lo que deseas es un cambio, haz que suceda pero actuando con tacto e inteligencia.
- Prometo que lo haré
No lo pronuncies a menos que estés seguro de que lo harás. Prometer y no cumplir es pero que ser honesto sobre las capacidades, habilidades o tiempo disponible para ejecutar una responsabilidad determinada.
- Es demasiado difícil
Quedarse paralizado ante una tarea porque es ‘demasiado difícil’ en vez de buscar una solución o pedir ayuda, no es recomendable, pero no porque no existan proyectos difíciles de ejecutar, sino por la actitud frente a la circunstancia. Si fuese fácil, hacer lo que haces, cualquiera podría ocupar tu posición.
- Esa no es mi responsabilidad
Es importante demostrar que se está dispuesto a implicarse en todas las reas necesarias para sacar adelante un proyecto. A todos nos ha tocado hacer cosas que no están exactamente dentro de las labores acordadas, pero hacerlo notar cuando sucede no es la manera ideal de mostrar implicación laboral. A menos que te estén solicitando hacer algo ilegal o poco ético.
- No me gusta trabajar para otros
El preámbulo perfecto para ser el primero en salir por la puerta cuando se presente la oportunidad a tu jefe. Si no te gusta tener supervisores, no lo digas. Busca otra opción que te convenga más. O tu jefe lo hará por ti.
Y como es lógico, el que no se digan dichas frases, no significa que no se puedan pensar (o no se tenga razón en sentirlas), pero lo inteligente laboralmente, es no pronunciarlas en voz alta, para evitar consecuencias negativas, que puedan menoscabar el resto de la buena labor que se lleva a cabo a diario.