Por Arturo Mora
Twitter @morawar

En plena temporada de lluvias que azota estos últimos días de las vacaciones de verano, nos damos cuenta, ya sea porque lo vivimos o porque lo vemos en las noticias, que hay una gran cantidad de agua a nuestro alrededor.

Todos los días lloviendo, con inundaciones en las calles de la ciudad y con más gravedad en algunos lugares de la república. Agua por todos lados, y con la que tenemos contacto directo sobre todo en esta época, cuando lo que está divirtiendo a muchos son esas bellas piscinas de los centros vacacionales.

Sin embargo, aunque veamos mucha agua a nuestro alrededor, esto no garantiza que el recurso se esté utilizando adecuadamente. Y sobre todo, que sea infinito.

Hace unas semanas, cuando veíamos el tema de lo que había detrás de las marcas y cómo es que están cumpliendo o no con ciertos temas que están muy relacionados con su entorno, uno de los aspectos para calificar a esas grandes empresas es el que está relacionado con el agua. O sea, ¿qué están haciendo las empresas para divulgar y reducir su consumo de agua, y abastecerse de agua de forma sostenible y responsable en zonas en las que es ya un recurso escaso?

Si estamos calificando a las empresas, ¿por qué no nos calificamos también a nosotros?
Estas empresas (y todas las que nos proveen de algún producto o servicio) no son las únicas responsables. Sucede que también nosotros como consumidores tenemos una alta responsabilidad.

Ya sé, muchos dirán que se saben de memoria la “cantaleta” de “la importancia de ahorrar el agua”, pero esto va mucho más allá. Esto tiene que ver con lo que se conoce como “La Huella Hídrica”.
No solamente el agua que bebemos, con la que nos bañamos, la que usamos al lavar trastes, limpiar, regar el jardín o cocinar es la que utilizamos. Estas actividades son nuestro uso directo del agua. Pero este uso es mínimo en comparación con el uso indirecto. Todos usamos agua de manera indirecta cada vez que consumimos un alimento o usamos un producto o servicio.

El agua que utilizamos cada uno de nosotros para todas nuestras actividades y la que se usa para producir todos los bienes y servicios que consumimos, se le llama “Huella Hídrica”.
Para hacer esa estimación, necesitamos saber la cantidad de agua que ocupa cada producto para su elaboración, desde la extracción de la materia prima, su procesamiento y su distribución. A esto se conoce como “Agua Virtual”.

Por ejemplo, para esa playera de algodón que tienes, se tuvieron que utilizar 2 mil litros de agua, ¡solo para esa playera! Para los zapatos de piel que tan bien te quedan se usaron 8 mil litros.
Fíjate, para ese cafecito que te tomas en la mañana. Cuesta alrededor de 21 mil litros de agua producir 1 kg de café tostado. Para una taza normal de café, se requieren 7 gramos de café tostado, por lo que una taza de café cuesta 140 litros de agua. Si una taza normal de café tiene 125 ml, necesitamos entonces más de 1,100 gotas de agua para producir 1 gota de café.

Digamos que tomas un vaso de jugo de naranja, un huevo y un vaso de leche. Se tuvieron que utilizar 505 litros para tener tu desayuno en la mesa.
¿Y si para la comida se te antoja una hamburguesa? Para ella, se tuvieron que usar 2,400 litros. No exagero. La mayor parte de esta Huella Hídrica se refiere al agua necesaria para la alimentación de la vaca.

En promedio, cada persona en México usa 1,441,000 litros de agua al año. Nuestro estilo de vida (consumo, producción, hábitos alimenticios, transporte, tecnología, entretenimiento, ocupación) involucra mucha agua y esto tiene efectos en otra región del país o del mundo.

La cantidad de agua que se usó en un proceso fue a costa de otro posible uso del agua que requieren los ecosistemas. Debemos modificar nuestros hábitos y es momento que cambiemos nuestra forma de pensar.
World Wildlife Fund nos lo explica muy bien en este spot:

Si están más interesados en información sobre Huella Hídrica los invito a que entren a http://www.waterfootprint.org