Todos nos hemos enfrentado a revisar un texto que escribimos con satisfacción el día anterior, o incluso hace horas para horrorizarnos ante la cantidad de errores o problemas de sintaxis que hemos cometido.
Hoy en día, muchos mercadólogos están escribiendo sobre temas de su interés en columnas o artículos para algún medio, mientras que crece el número de personas que llevan un blog y desean que éste sea exitoso. La clave del éxito radica en dos cuestiones fundamentales: que no tenga errores ortográficos o de sintaxis, y que el contenido sea atractivo y entretenido, fácil de leer.
Esto además pude ayudarte a mejorar tu branding personal. Porque pocas cosas son más decepcionantes como un texto mal escrito.
Por ello, aquí te damos algunos tips para plasmar adecuadamente tus ideas en plataformas electrónicas o tradicionales:
- Quítale obstáculos a tus oraciones. Como si de una piedrita en el zapato se tratara, en la escritura es fácil frustrar a nuestros lectores con oraciones demasiado largas o párrafos excesivos llenos de palabras que sobran. Frases como “en mi opinión”, “en realidad”, “de hecho” o “tan sólo” a menudo están de más.
- Elimina los adverbios y adjetivos. Los adverbios son palabras que modifican al verbo indicando el orden o modo en que sucede una acción. Muchos de ellos tienen la terminación “ente”. Como decía el gran Stephen King: “El camino al infierno está pavimentado con adverbios”. Así que quítatelos de encima cambiándolos por verbos con un significado más fuerte. Por ejemplo: Ella caminó apresuradamente – Ella corrió. Él habló fuertemente – él gritó.
Así mismo, los adjetivos son palabras que modifican o califican a los sustantivos, y en muchas ocasiones se abusa de ellos hasta el punto en el que estorban. Tus lectores apreciarán que digas sólo “girasoles” en lugar de “girasoles amarillos”, pues ya saben de qué color son. - Crea una experiencia de lectura fluida. Ponle las cosas fáciles a quien te lea utilizando conjunciones, o palabras de transición entre frases como “y”, “pero”, “no obstante”, “sin embargo”, al inicio de una oración para que lector puedan contrastar esa idea con la anterior.
- Crea imágenes poderosas. Las palabras también pueden crear imágenes, algunas de ellas tan poderosas que pueden estremecer al lector o provocarle una carcajada. El ser humano es capaz de procesar las palabras como si fueran sensaciones. Por ello lo que escribes debe ser capaz de provocar, más allá de sólo ser “bueno” o “bonito” y en su lugar ser “tentador”, “seductor” o incluso “estridente”.
- Evita los lugares comunes. Si eliges palabras que todo el mundo usa, tu contenido parecerá gris. En cambio, si tu texto está lleno de palabras originales que resuenen en los lectores, destacarás de entre el resto. Así que evita los lugares comunes y gastados, por muy útiles que sean como metáforas. Por ejemplo “se han escrito ríos de tinta”, “pensar fuera de la caja”, “dientes como perlas”, etc.
- Aprovéchate del ritmo. Los seres humanos somos animales rítmicos, sensibles a los patrones y sonidos más allá de lo que creemos. Los lectores también son capaces de experimentar el ritmo de lo que escribes. ¿Te has preguntado por qué el rap y el hip hop son tan poderosos? Por la misma razón por la que la poesía captura a la gente: el ritmo. Las palabras que eliges, su orden y la manera en la que suenan tienen la capacidad de hacer más lenta una idea, crear tensión, o apresurar la lectura.
- Empieza con un bang, termina con un boom. William Zinsser, autor del legendario libro “Sobre escribir bien”, que ha sido la lectura de cabecera de grandes escritores, insistía en la importancia de saber cómo comenzar un texto y cuándo terminarlo, por lo tanto, tan relevante es elegir un título atractivo como escribir un final que se quede en la mente de los lectores tiempo después de que hayan terminado de leer el texto. En sus propias palabras: “Si has presentado todos los hechos y llegado al punto que querías, busca la salida más cercana”.
PILÓN: Zinsser también insistía en la utilidad de reescribir los textos y de leerlos en voz alta. Las primeras versiones o borradores son siempre mejorables, y que un texto sea fácilmente leíble depende proporcionalmente del número de veces que se haya reescrito. “Lee en voz alta cada oración hasta que todo suene bien”, aconsejaba.