Por: Joel Gómez
Twitter: @JoelGomezMX

Para quienes se desenvuelven tanto en el marketing como en la industria de las tecnologías de información es muy común trabajar de cerca con ingenieros o expertos en sistemas, quienes son contratados para desarrollar aplicaciones o programas de software.

Independientemente de que estos desarrolladores de software sean empleados, profesionales independientes (“freelance”) o empresas proveedoras de este tipo de servicios, casi siempre hay problemas legales derivados de la ignorancia (a veces absoluta) sobre temas legales relacionados usualmente con la propiedad intelectual de los trabajos resultantes.

Para evitar dolores de cabeza y problemas que a veces pueden poner en riesgo nuestro trabajo o la lealtad de nuestros clientes, les comparto las siguientes recomendaciones:

1) Trabaja siempre con un contrato firmado. No importa si el desarrollador es “tu cuate”, “tu socio” o “el primo de un amigo”, si es un desarrollador de software debes tener firmado un contrato con él. La ausencia de un contrato -o un contrato mal redactado- puede traer por consecuencia la pérdida real de tu inversión y el derecho que tienes sobre los trabajos desarrollados.

2) La propiedad intelectual del trabajo desarrollado (software o aplicación) debe ser de quien paga por él. Los derechos de autor se componen de “derechos morales” y “derechos patrimoniales”. Los morales son siempre del autor y son imprescriptibles, inalienables, inembargables e irrenunciables. Los derechos patrimoniales en cambio son sujetos a negociación y consisten básicamente en los diversos medios para explotar comercialmente la obra desarrollada. Si tú le encargas el desarrollo de una obra a un tercero, a ese trabajo resultante se llama “obra por encargo”. Hay que tener la precaución de describir en el contrato claramente cuáles son las características de la obra solicitada.

3) Que no te vendan gato por liebre, una cosa es “obra por encargo” y otra cosa es “licencia de software”. Los desarrolladores que saben un poco de temas legales, seguramente querrán venderte una licencia para usar SU software. Ello implica que ellos seguirán teniendo todos los derechos del software (tanto morales como patrimoniales), pues lo único que te transferirán será el derecho de uso del programa de cómputo, e inclusive tal vez te obliguen al pago de anualidades para poder seguir usándolo. Si tú pides una “obra por encargo”, tú tienes derecho a ser el titular exclusivo de los derechos patrimoniales de la misma.

4) Pacta la garantía y sobre todo las mejoras o posibles “parches” al software. Siempre es importante que el desarrollador te extienda una garantía de al menos 6 meses (idealmente 1 año) para que si en el transcurso de ese tiempo el software llegare a presentar errores o resultados no deseados, el desarrollador se obligue a corregirlos sin cargo extra de ninguna naturaleza. También debes contemplar que cualquier modificación o arreglo posterior al software seguirá siendo propiedad tuya (derechos patrimoniales), y si estos parches o modificaciones tendrán algún costo para ti.

5) La obligación de entrega debe ser el código fuente, no solo el ejecutable. Es indispensable acordar por escrito que la obligación principal del desarrollador consiste en la entrega del código fuente del software o la aplicación. Si te entregan solo un ejecutable o, peor aún, solo un username y password para que uses tu aplicación “desde la nube”, cuando algo salga mal no podrás recurrir a un tercero para que te arregle el programa, puesto que el desarrollador hábilmente se las ingenió para no entregarte el código fuente, sino algo que poco te va a servir si hay algún problema con el software o inclusive en la relación con el desarrollador.

Por último recuerda el viejo dicho “papelito habla”. Todos tus acuerdos deben estar documentados en un contrato con todos los anexos que quieras. En caso de problemas legales tendrás herramientas que te permitan demandar a la parte que no cumplió con sus obligaciones.