Santiago, Chile.- El poder es el lugar de los solitarios, dicen y por lo general tienen razón. Quienes ostentan cargos directivos suelen sentir que el resto de la empresa está definitivamente en contra de todas las políticas que se instauran y es probable que también estén en lo cierto. Pero al margen de verdades completas o verdades a medias, si las relaciones humanas suelen ser complejas entre los empleados, lo son más aún entre directivos y el resto del personal. Por eso, si tu jefe quiere ser tu “amigo” debes huir sin pensarlo dos veces.
Obviamente puede ser halagador que la persona más importante de la compañía quiera establecer una relación de amistad contigo, fuera de la oficina, pero te lo doy firmado: tarde o temprano algo saldrá mal.
Aquí 5 razones por las que no debes ser amigo de tu jefe
No es fácil separar las aguas. Está bien, los dos (o las dos) salen a comer, se cuentan secretos y se juran amistad eterna, pero de a poco terminan hablando del resto de las personas de la oficina y no pueden desconectarse del trabajo. Además, en confianza, puedes entregar información que, sin querer dañe a otros o en algún momento sea usada en tu contra. Por otra parte, en el trato diario, no se mantendrá la distancia adecuada entre los dos, provocando más de un conflicto.
Las sensibilidades se exacerban. Cuando somos amigos de alguien, empezamos a conocer sus actitudes, su lenguaje no verbal, sus debilidades. Entonces, todo lo que se percibe desde ese plano se traspasa al ámbito laboral y, como en el viejo oeste, puedes ser eliminado “porque sabías demasiado”
La cercanía se evidencia. Si eres amig@ de tu jef@, es natural que exista una cierta complicidad y eso molestará al resto del personal, que se sentirá menoscabado y por tanto es probable que el jefe intente compensarlo tratándote mal en público o por el contrario, todo lo que consigas no tendrá ningún valor para nadie en la empresa porque el logro será adjudicado “a la preferencia del jefe”, aunque lo merezcas.
Los amigos deben estar en igualdad de condiciones. El jefe nunca te verá como igual, porque tu futuro laboral- te guste o no- está en sus manos. Te fija y te paga el salario, demarca tu forma de trabajar y cualquier molestia que tú tengas con respecto a su actitud tendrá la respuesta que dan todos “no lo tomes personal”, agregándote una carga emocional extra al trabajo que realizas.
Los errores se pagan más caros con la amistad. Como es probable que ninguna de las dos partes esté en condiciones de separar la relación, en el momento en que uno de los dos cometa un gran error, el otro tendrá más dificultades para perdonarlo y no habrá vuelta atrás. Habrás deteriorado la amistad y el trabajo al mismo tiempo.