Aprender a controlar la emociones tanto en el ámbito personal como en el ámbito laboral no es cosa sencilla, pues hay ocasiones en que las emociones nos rebasan y terminamos actuando de la peor manera que nos hubiéramos imaginado, por lo que antes de aventar el hígado por delante, debemos detenernos un segundo y pensar las consecuencias de no actuar de manera profesional, pues nuestra relación con el equipo de trabajo o con nuestro jefe inmediato se podría ver seriamente dañada y recuperar dicha relación nos puede costar sangre, sudor y lágrimas.
Aplicar la inteligencia emocional en nuestro trabajo podría ser la clave para tener éxito, puede llegar a ser un medio para lograr los objetivos, también para controlar el enojo y la ira, ayudar a los compañeros de trabajo para que tengan una actitud positiva y sobre todo a resolver conflictos por la vía de la comunicación, construyendo verdaderos puentes con las personas con las que interactuamos en el lugar de trabajo.
A la hora de poner en práctica la inteligencia emocional, debemos tomar en cuenta las siguientes consideraciones:
1. No confundirse con la capacidad intelectual
Tener un alto coeficiente intelectual no significa que podrás triunfar profesionalmente en una empresa; estamos en tiempos donde la exigencia es mucho mayor, la presión es constante y donde el uso inteligente de las emociones, serán la clave del equilibrio intelectual y emocional que se requiere para poder triunfar.
2. Controlar las emociones
Es algo difícil de lograr, sobre todo tratándose de gente que es muy impulsiva, qué actúa primero y que piensa después, cuando a veces ya es demasiado tarde. Dominar tus emociones seguramente te traerá mayores beneficios. No es fácil dominar el estado de ánimo cuando se pasa de la ira al entusiasmo, de la frustración a la satisfacción, de la alegría a la tristeza; si uno se deja llevar por las emociones perderá el sentido de la objetividad, nos nublaremos y veremos todo de un modo distinto a como son las cosas en realidad. Hay que aprender a distinguir las emociones para que estas actúen a nuestro favor y sobre todo para ejercer un control absoluto sobre ellas.
3. Aprender lo bueno, no lo malo
Es muy importante fijarse con qué tipo de personas interactuamos y tomar lo mejor de ellas cuando estamos en el proceso de aprendizaje, pues si les llega a tocar un jefe que se la pasa gritando lo más seguro es que aprendamos a gritar, si aprendes de gente que es soberbia, seguramente llegarás a practicar la soberbia, pero si aprendes y practicas la humildad, sencillez, paciencia y habilidades que son buenas, seguramente llegarás a ser una persona exitosa.
4. La armonía del grupo es fundamental
Donde hay fricciones, rivalidades, envidia y resentimiento se dificultará el desempeño del equipo y por lo tanto también estará en peligro el cumplimiento de objetivos. Hay que hacer todo lo posible para lograr una armonía en conjunto, para poder aprovechar al máximo todas las cualidades y talento de cada uno de los miembros del grupo para que puedan ofrecer lo mejor que tengan.
5. Ser solidarios con los compañeros
Gran trabajo cuesta conocer nuestras emociones, pero cuesta mucho más identificar las emociones de las demás personas que están en nuestro entorno laboral, comprender los sentimientos de otros, respetarlos, aprender a escucharlos, pero sobre todo hacer algo para ayudarlos nos hará mejores personas y nos ayudará a mejorar nuestra relación interpersonal como un punto clave del desarrollo de nuestra inteligencia emocional.
Aplicar estas consideraciones de la inteligencia emocional será una tarea cada vez más importante dentro de las organizaciones, pues no se nos debe olvidar que éstas están integradas por seres humanos, por personas que sienten, que tienen emociones, que no son máquinas y que por lo tanto para elevar la eficiencia de la organización y hacerla más competitiva en el mercado no quedará otro camino que el de optar por mejorar la inteligencia emocional de la gente que las integra.