Por: Camila González
Twitter: @GFCam
Cómo será lo que nos consume Facebook que prácticamente es una forma de vida y a quienes deciden dejar la red incluso les llaman “suicidas identitarios virtuales”. Y cometer ese “suicidio” es una actividad cada día más común. Un estudio de la Universidad de Viena hace poco reveló que cerca de 9 millones de usuarios de Facebook en Estados Unidos y Reino Unido se están dando el “balazo digital” cada mes para acabar con sus perfiles.
Son muchas las razones: que la cosa es bien adictiva, la falta de privacidad, insatisfacción o pérdida de interés con la red, la presión social para tener y tener más amigos (que ni amigos son). Lo cierto es que hay incluso razones más de peso para los estadounidenses para cerrar sus puertas del Facebook: las filtraciones de WikiLeaks y la divulgación del espionaje de Edward Snowden.
Bueno, al parecer, según el estudio, la mayoría (48,3% de las personas estudiadas) lo hacen por la falta de privacidad y 12,6% señaló que dejaban la red debido a la superficialidad de las conversaciones que allí se establecen. Es curioso también que el estudio destacó que los más suicidas eran hombres.
Ahora el cuento es que no está fácil cerrar el perfil y ya. No es “y ya”. Facebook, ni tardo ni perezoso, tiene sus técnicas para que quedemos atrapados en la red como una araña… literal, como arañas. Los ingresos de la red dependen de la cantidad de bobos pegados a los mensajes, los chats y las fotos. Por eso, me encontré cuatro trucos para enredar la decisión de dejar de formar parte de la red, enumerados por el escritor y experto Daniel Pink (Fast Factory):
1. Que abandonar sea muy complicado
La opción de borrar su cuenta de Facebook está ‘enterrada’ en el centro de ayuda y muchos únicamente logran dar con ella gracias a una búsqueda en Google. Una vez encontrada, no es suficiente con hacer clic un par de veces. Si decide borrarla, debe detallar las razones por las que desea marcharse. Y en el trayecto, la red social puede acabar convenciendo al usuario de que en realidad no quiere irse.
2. Evitar la eliminación total
Dejar un sitio web debería ser más fácil que acabar con una relación en la vida real. Sin embargo, con Facebook se convierte en todo un desafío. La red social ofrece la opción de “tomarse un tiempo” en lugar de “dejarlo para siempre”. “Recuerde que no podrá reactivar su cuenta ni recuperar nada que haya añadido”, indica la red social a quienes se plantean borrar su perfil, pero existe la posibilidad de desactivar la cuenta.
“Si desactiva su cuenta, Facebook guarda la información de su biografía por si decide volver”. Resulta una opción bastante atractiva para muchos, especialmente dado que si uno decide reactivarla, simplemente debe iniciar su sesión como lo hacía en el pasado.
3. Llevar el asunto al terreno personal
Las historias personales son difíciles de borrar, explica Pink. Justo en el momento en el que decide desactivar su cuenta, Facebook muestra al usuario cinco fotos de perfil de sus amigos sobre las que aparecen sus nombres y las palabras “te echará de menos”. “Poner ‘la gente va a estar decepcionada’ no es tan persuasivo como ‘Alex te extrañará’, en la que prácticamente uno puede evocar la imagen de la cara de Alex frunciendo el ceño”, agrega el escritor. Se trata de apelar a las emociones en lugar de a la razón, algo que suele dar buenos resultados en términos de persuasión.
4. Precisar cuál es el verdadero problema
Otro de los trucos es “tratar de meterse en la cabeza del usuario y entender cuál es el problema”. Una vez que Facebook identifica por qué desea marcharse le ofrece una serie de soluciones. Así, si por ejemplo informa que su cuenta fue ‘hackeada‘, la red social le enseña cómo hacerla más segura con el fin de convencerle de que no se vaya. Si está cansado de recibir mensajes, le muestra como desactivarlos.
Al final, como dice brillantemente Pink, es coercitivo que los usuarios decidimos a morir en Facebook tengan a fuerza que decir por qué quieren dejar de existir en la red… Pink termina con un ejemplo genial: “Es raro ver eso en otros negocios. Imagine que quiere dejar de llevar la ropa a la lavandería de siempre y que le digan: ‘de acuerdo, pero debe decirnos por qué o no le devolveremos sus prendas´”.
¡Qué risa y qué miedo! ¡Atrapados en la Matrix!
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