El 47 por ciento de las compañías en el mundo carecen de un proceso formal para identificar a terceros intermediarios o personas asociadas de alto riesgo, o incluso no saben si cuentan con él, según KPMG.
Datos de la consultora refieren que las marcas no tienen que esperar a que los incidentes ocurran para buscar información y tomar decisiones que agreguen valor al negocio y a su ecosistemas, por lo que lo recomendable es establecer un programa integral de prevención de fraude o corrupción.
Identificar a terceros. Cuando una compañía crece, también aumenta el número de proveedores en su cadena de suministros, ocasionando que se pierdan sus registros, por lo que se pierde toda información valiosa de ellos, como si son riesgosos o confiables.
Evaluar potenciales riesgos. Se trata de un análisis exhaustivo que ayudarán a determinar la clase de peligros o beneficios potenciales que se pueden obtener los proveedores. Para ello, la compañía debe tener un departamento que analice profundamente a cada proveedor, con monitoreos y revisión de atributos o riesgos.
Realizar un due diligence de integridad. Se trata de una “debida diligencia” que tiene por objetivo reunir y analizar la información pública y privada de las compañías, y de las personas a quienes se tienen que dar seguimiento. Es información fiscal, financiera y bancaria, noticias o promociones, así como otra clase de informes, auditorías, además de información pormenorizada que mantenga los perfiles actualizados de los proveedores.
Evaluar constantemente. Consiste en que las marcas tienen que crear un programa de administración de riesgos de terceros y mejoras operativas, además de monitorear la implementación, desde las mejores prácticas de cada proveedor.