Un líder refleja múltiples características positivas, hábitos y capacidades que le permiten influir de manera positiva en el rendimiento de otras personas. Un líder es alguien diferente y sus hábitos actitudes y aptitudes le permiten sobresalir en un grupo de personas entre las que se desenvuelve.
Es aquel cuya claridad, voluntad y determinación lo ponen en una posición para hacer trascender una visión personal e influir positivamente en el comportamiento de los demás.
Analizar el concepto de liderazgo, puede hacerse desde diversas perspectivas:
Un líder debe formarse desde adentro. Esto implica centrarse en construir los hábitos, rasgos de personalidad, habilidades y competencias que lo hacen ser quien es. Y entonces encontramos la eterna pregunta: ¿El líder nace o se hace? Creo que la respuesta es más bien es más bien una combinación de ambas. Todas las personas nacemos con ciertos atributos, cualidades y competencias que se traducen en aptitudes que nos permiten tener mayor facilidad y destacar en ciertos ámbitos de nuestro entorno. También es cierto que las personas vamos desarrollando con el tiempo actitudes, que modelan nuestro comportamiento hacia los eventos y actividades que hacemos día a día.
Un líder proyecta hacia afuera. Es decir, traduce su visión, determinación, actitudes y aptitudes para influir positivamente en los demás. Aquí se trata de proyectar, compartir e influir en los demás a partir de las cualidades que conforman su persona y lo hacen destacar, brindando una sensación de seguridad en los demás.
Para analizar las características importantes del liderazgo desde adentro, comenzaré por recalcar que el elemento principal del liderazgo es la persona misma. A continuación, enumero 4 características importantes para desarrollar tu liderazgo personal.
1. Toma una decisión y mantén el rumbo.
¿Cómo vas a llegar, si no sabes a dónde vas? Saber lo que quieres, cómo y cuándo lo quieres es fundamental para poderlo alcanzar. La medida en la que seamos capaces de visualizar nuestros anhelos, corresponde a la fuerza y claridad con la que los alcanzaremos. La voluntad y la determinación son los dos ingredientes clave que potencian la dirección y dan rumbo el rumbo para lograr las cosas.
2. Centra tu motivación en el porqué
Todas las actividades que llevamos a cabo siempre tienen un qué, un cómo y un porqué. La mayor parte de la gente sabe siempre qué es lo que hace (trabajar, barrer, lavar, dormir). También hay mucha gente que conoce el cómo se hacen las cosas (entre más se conoce el cómo hacer las cosas, más se destaca con relación a los que saben menos). Sin embargo hay pocas gentes que saben el porqué. El porqué es el verdadero motor que impulsa al cómo y al qué. En la medida en la que estemos más conscientes de nuestros “porqués”, podremos trabajar más en nuestras causas y no en las de alguien más.
3. Identifica tus fuerzas y habilidades
Todos tenemos fuerzas y debilidades. En lugar de estar tratando de tapar y corregir los defectos que tienes. Enfoca esa energía y atención en maximizar tus rasgos fuertes. Definitivamente y por mucho, será más efectivo para hacer un cambio positivo en tu vida.
4. Aprende de tus errores
Saber aprender es esencial y equivocarse es parte de la vida. Todos cometemos errores. El secreto está en aprender de éstos y convertirlos en conocimiento que nos ayude a ser mejores. La disposición de aprender de uno mismo es mucho muy efectiva para encontrar los porqués y los nuevos rumbos que nos hagan mejores personas.
Al final, lo más importante es que realmente tengas definido quién eres, que quieres lograr y en quiénes quieres influir. Te invito a que participes en este espacio y sigas la conversación en Twitter: @carlosluer. ¡Nos seguimos leyendo por aquí!