Puede que para muchos sea un paradigma y para otros la simple enseñanza de los padres, pero el ser agradable con los compañeros de oficina, aparte de tener lógica para crear un buen ambiente de trabajo, tiene bases que han sido estudiadas por los investigadores, para entender como afecta el ser (o no) considerado y amable, cuando se está trabajando junto a otros, día a día.
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Un estudio dirigido por el profesor Christine Porath y sus colegas de la Universidad de Southern California, encontró que 1 de cada 8 personas dejaba su trabajo, debido a la desconsideración y falta de civismo, entendiéndose estas por ejemplo, como rudeza en el trato, miradas de desprecio, sarcasmos y comportamientos similares. Pero lo que es peor es que usualmente nadie reporta estas conductas, tal como ha sido reseñado por Entrepreneur.
A esto se le suman, hallazgos interesantes del estudio de Porath, en el que se encontró que un 80 por ciento de los participantes, alegaban perder una cantidad considerable de tiempo de trabajado, preocupando y (desgastándose) sobre algún evento desagradable de falta de civismo ocurrido, y un 48 por ciento admitió haber bajado el ritmo de trabajo a conciencia, por culpa de dicho incidente.
Si esto sucede con frecuencia y se suman el tiempo perdido durante semanas o meses, es fácil entender porque el no ser agradable y educado con los compañeros de trabajo, afecta a la larga a todo el equipo de forma negativa, sin contar con el stress emocional que produce (y se reproduce) en el ambiente.
Para lidiar de forma efectiva con este tipo de situaciones, la publicación The Muse propone tres tácticas que pueden ser de utilidad:
1. Evita comentarios y lenguaje corporal desagradable
Muchas de las interacciones que se consideran irrespetuosas en la oficina, (y en la vida en general) no suelen ser insultos a gritos. Más bien situaciones que te hacen sentir incomodos, como ver a un colega mirar hacia arriba poniendo los ojos casi en blanco o ignorar lo que decimos durante la reunión de trabajo. Son esas pequeñas ‘rudezas’ las que dejan un sentimiento de desagrado e incomodidad en nosotros.
Así que el primer paso para un ambiente de trabajo más agradable comienza con uno mismo. Cuida tu lenguaje corporal cuando interactúes con los demás y evitar hacer comentarios que podrían considerarse agresivos o rudos, incluso aunque tengas razones para ello. Cuando se está molesto con otro, es fácil que los demás lo perciban, aunque nos parezca una ‘leve’ observación hacia otro.
Además, nada mejor que dar el ejemplo, pues cuando se tiene una actitud positiva, ésta se multiplica, especialmente hacia quien la mantiene.
2. Revisa tu ‘nivel’ de sensibilidad
Puede que no puedas controlar tus emociones o como te sientes, después de que otro haya dicho cosas poco agradables sobre ti, pero puedes controlar la forma en la que reaccionas hacia estas situaciones.
La próxima vez que alguien te haga un comentario desagradable, ‘despégate’ y observa el panorama general desde fuera. ¿Se trata de una persona que suele hacer siempre este tipo de comentarios? ¿Es la primera vez? ¿Está pasando por un mal momento?
Eso si, tampoco se debe llegar a sobreanalizar la situación y buscar una causa de ‘profundidad’ a este tipo de hechos. Basta con buscar un equilibrio que permita distinguir entre aquellos momentos en que no ha sido ‘personal’ y los que realmente si lo son, para no ‘cargarse’ negativamente más de la cuenta.
3. Reportar el problema cuando comienza a molestar
Un solo comentario desagradable no es razón para acudir al supervisor a reportarlo, pero si comienzas a notar que el comportamiento de un miembro del equipo perturba el ambiente de trabajo y la dinámica de la oficina y ya te has acercado para comentárselo, sin resultados, es momento de acudir a otras instancias.
La mala actitud de algunos trabajadores, puede afectar sobremanera la moral y efectividad del equipo. Pero es imprescindible ser específico sobre su comportamiento, cuando se lleve la observación al supervisor.
Es decir, en vez de: “Pedro es muy grosero con todos nosotros”, es mejor decir: “He notado que durante los últimos meses, cada vez que estamos en una reunión de trabajo, Pedro interrumpe a los demás de forma brusca para hacer comentarios de forma desagradable, lo que perturba la dinámica del equipo.”
La falta de civismo en el lugar de trabajo es más tóxica de lo que muchos creen. Así que lo mejor es tomar acciones inmediatas sobre estas actitudes, empezando por nosotros mismos.