El escándalo de las filtraciones de bases de datos de Facebook para fines políticos parece haber cambiado el mundo de las redes sociales y su relación con los estados y con la gente.
Algo hizo crack, al menos en los países donde más se han sentido afectados por la acción de este tipo de “e-campañas sucias”.
Un interesante análisis sobre el tema de Facebook y Cambridge Analytica es el publicado en el periódico La Nación por el politólogo Mario Riorda, director de la maestría en Comunicación Política en la Universidad Austral de Argentina y autor del documental sobre comunicación política en Latinaomérica En el Nombre del Pueblo.
En su artículo “Las filtraciones de Facebook desnudan la financiación ilegal de la política”, habla sobre el “uso opaco de las redes sociales para alterar resultados electorales” y respecto de la necesidad de “un debate amplio sobre cómo regular esas prácticas”.
Riorda habla de tres tipos de prácticas deliberadas que quedaron al desnudo con el escándalo:
Una es lo que llama la “saturación informativa” (o “dominación informativa”). “Consiste en que hoy, digitalmente, puedo rodear a una persona y bombardearla con información sesgada. Rodearla de cuentas que todo el día publiciten en ella diferentes tipos de mensajes enlazados y coherentes. A ello se suma el interés que esta persona tiene sobre distintos temas y la función -a modo de círculo cerrado- del algoritmo sobre sus gustos”, explica el experto en su artículo y apunta que antes había saturación, pero era de un medio para todos. “Ahora son muchos medios que sólo me informan a mí”, dice.
La segunda práctica es la “persistencia”. Habla de que no se trata de un “shock comunicacional” sino un “goteo persistente sostenido en el tiempo”. “Una acción cotidiana, lenta y sostenida que se convierte en un proceso de socialización más. No se trata de aculturación ni de sincretismo. No es adoctrinamiento. Es la celebración de mi modo de pensar por otro procedimiento. Un éxtasis de contenidos que afianzan lo que quiero y en lo que creo. Una labor paciente que ensalza mis ideas y mis prejuicios, pero realizada de modo íntimo: un show solo para mí y en mis redes”, describe.
Finalmente, apunta a “lo personalísimo”. Allí es donde entra más claramente Cambridge Analytica y los datos entregados a través de Facebook. Dice Riorda: “Nada de lo anterior podría ser posible si no fuera realizado en base a información previa para que cada acto comunicacional desplegado hacia mí, pueda ser asertivo. Gustos, patrones de consumo, likes, comentarios, sentimientos, conductas, palabras clave. Lo que define una base de datos ‘enriquecida’, vale decir, llena de elementos que me describan. De ahí su eficacia”. El especialista en comunicación política explica que las redes, “con los datos digitales personales se metieron de lleno en la agenda privada y es desde ahí desde donde terminan incidiendo en lo público”.
El uso opaco de las #RedesSociales para alterar resultados electorales e incidir en el juego democrático amerita un debate amplio sobre cómo regular esas prácticas. Interesante nota de @marioriorda https://t.co/lNKKSN5bfV #SocialMedia
— Cristian Bravo G. (@cristachoinfo) 29 de marzo de 2018
Solución
Para comenzar a solucionar todo esto, Riorda plantea varios caminos: desde la autorregulación de los medios digitales (“desde la egoísta necesidad de sobrevivir”, dice) y la transparencia sobre algoritmos (“no es la fórmula de la Coca Cola lo que se pide”), hasta la regulación de granjas de trolls y bots y la pedagogía por parte de los medios tradicionales. También menciona al rol legislativo.