Quizás no sea igual en todos los países de América Latina, pero la manera en la que conducen los choferes del transporte público en México expresa mucho de la cultura del país, tema sobre el cual muchas multinacionales toman decisiones de negocios, liderazgos regionales y sin duda de mercadotecnia.

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Esa cavernícola manera de operar un autobús es como un síntoma adicional del bajo nivel de civilización que se manifiesta en todos los rincones del país, que como marea oscila desde la equivocada y manipuladora idea de la productividad en las empresas, la ineficiencia, el mal servicio y el cinismo de sus ejecutivos y que después agarra camino por las calles para tomar bríos entre la corrupción policial, la de la burocracia, la ferocidad de la delincuencia y que manifiesta su clímax en la cultura del agandalle, sobre la que políticos de todos los colores y denominaciones se hacen de riquezas de dudosa procedencia, ventilados en los medios de México y del mundo, sean Casas Blancas, lujosos departamentos en Nueva York o cuentas bancarias en Suiza.

Lo peor del caso es que a nadie engañamos, sólo a nosotros mismos. Nos vemos la cara solos… y sí, es un tema de cultura, que además nos influye hasta en la manera en la que se toman las decisiones de comunicación, negocios y marketing.

¿Por qué? La simpleza de la respuesta no deja de ofender un poco: un conocido, profesional que se desempeña dentro de una multinacional farmacéutica nos ha platicado sobre la manera en la que hoy los líderes de la firma en los EUA prefieren tomar decisiones de liderazgo, de estrategia y de creatividad regional desde el cono sur y luego, si no queda otra opción, consultan a los que estamos más cercanos al Rio Bravo.

Con seguridad muchos profesionales en las áreas de mercadotecnia y dentro de las agencias globales en México ya se ubicaron dentro de esta imagen que les limita como profesionales. Pero no puedo dejar de pensar en la responsabilidad que nos corresponde y lo único que se me ha ocurrido es tomar estas tres piezas en video que nos pueden servir como material para reconstruir ciertos aspectos de nuestra cultura que parece tenernos rezagados.

Decir que la culpa es de otros

El reconocer nuestras fallas en nosotros mismos es uno de los principios de madurez más sólidos que puedan existir, pero lamentablemente, no son pocas las ocasiones en las que se ofrecen disculpas, excusas y justificaciones en vez de resultados.

Rocky Balboa dice a su hijo: “cuando las cosas se pusieron duras, buscaste a quien culpar” y luego “si sabes cuánto vales, sal a buscar lo que mereces, pero debes estar dispuesto recibir golpes y no a culpar a otros y decir ‘no soy lo que quiero ser por él, por ella o por nadie…’ ¡los cobardes lo hacen y tu no lo eres!”

Atrevernos a brillar

No importa si lo que se expresa no es lo correcto, deberíamos todos tener la apertura y la claridad para permitir que todo aquel que tenga algo que aportar, lo haga sin medida.

“Nuestro mayor miedo —dice el estudiante al coach Carter— es que tenemos una fuerza desmesurada, es nuestra luz y no nuestra oscuridad lo que más nos asusta. Empequeñecerse no ayuda al mundo… todos deberíamos brillar como hacen los niños…”

Todo por el equipo

Quizá este sea el factor que más nos sea necesario modificar como cultura… aprender a trabajar por la comunidad, con el apoyo de todos y por todos, en un mundo en el que los detalles son tan significativos.

Bien lo expresa Al Pacino en la cinta Un domingo cualquiera: “O nos curamos ahora como equipo o nos morimos como individuos”.