Las selfies, como concepto, como acción, como contenido y como hábito, forman ya parte de nuestra cultura y de nuestras vidas cotidianas a tal punto que forman también, desafortunadamente, parte de la muerte.
Durante una semana cualquiera, el término “selfie”, según Priceonomics, se utiliza en 365 mil publicaciones de Facebook y en 150 mil tuits. En Instagram, el hashtag #selfie aparece más de 50 millones de veces.
La gente está dispuesta a hacer cosas cada vez más extremas en búsqueda de la toma más original, algo que en muchos casos ha terminado en tragedia. Según Priceonomics, a finales de enero de 2016 el número de casos de muertes precipitadas por una selfie desde el año 2014 llegó a 49 en todo el mundo, 75 por ciento de las cuales corresponden a hombres cuya edad promedio es 21 años.
En el conteo de los países con el mayor número de casos, México aparece en el octavo lugar, empatado con Sudáfrica, Rumania, Pakistán, Italia y China, todos con un sólo caso.
El mexicano que falleció se llamaba Óscar Otero Aguilar. Con 21 años, y en compañía de algunos amigos, Óscar jugaba con una pistola cuando decidió captar el momento con una autofoto. Sostuvo el teléfono en su mano sin dejar a un lado la pistola, y cuando tomó la foto, disparó también el arma.