Por: Klaus Gérman Phinder
En estas fechas, cuando alguien nos desea un “feliz año 2009”, quizás lo primero que hacemos es agradecer y desear lo mismo por educación y, en segundo lugar, por ser un presagio que en realidad todos quisiéramos que se cumpliera y que dejara de ser un simple y trillado saludo…
Lo anterior, lo comento porque hasta la fecha todavía nos resulta confuso y polémico lo que se dice del 2009, que sirve en muchos casos como plática de sobremesa o inicio de conversación, sin ponernos a pensar que lo único que causamos es pánico que invita a una inmovilidad que nos resta productividad, aleja negocios y genera un clima de incertidumbre mayor que nosotros creamos de manera irresponsable, todo esto genera un círculo vicioso de no invertir-no producir-no vender y no crecer, para regresar de nuevo al no invertir….
Yo no tengo la varita mágica, pero considero que si actuamos con responsabilidad en cuanto a nuestras empresas, entorno y nosotros mismos, son justamente estas épocas de porvenir incierto cuando tenemos que poner en práctica la responsabilidad y mercadotecnia social corporativas, con lo que se presenta la oportunidad de regresar al origen social de nuestro quehacer empresarial en respuesta a las expectativas de nuestros stakeholders (empleados, clientes, proveedores, inversionistas, autoridades y organizaciones sin fines de lucro).
Ahora sí podremos ver y medir qué empresas utilizan la responsabilidad social como mera imagen sin sustento de una cultura de cuidado al personal, al negocio y al medio ambiente, pues éstas serán las primeras que recortarán sus programas sociales (responsabilidad social corporativa) y dejarán de comunicar e influenciar a otras bajo buenas prácticas corporativas que se tienen con los citados stakeholders (mercadotecnia social corporativa).
Una manera de aplicar los ejes de la responsabilidad social sería enfocarse en los negocios que pueden llevarse a cabo con el personal que actualmente tiene la empresa, pues así, se aprovecha la capacidad intelectual instalada. Asimismo, sería otro gran avance enfocarse al cliente bajo una atención más personalizada por parte de los directivos, pues en muchas ocasiones vemos que los clientes están a la deriva por la soberbia de no dar el seguimiento y atención debida. Por último, me gustaría enfatizar en que la empresa debe invertir en comunicar sus casos de éxito y sus fortalezas en el mercado, pues de otra manera, en entornos confusos la compañía podría dejar de ser una oferta real y dejar entrever una crisis no necesariamente financiera, sino una mayor, que es la de identidad y cultura corporativas.
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Klaus Gérman Phinder, consultor y director general de Promotora ACCSE (Acción Social Empresarial), agencia especializada en Responsabilidad y Mercadotecnia Social.