Por Álvaro Rattinger
Twitter @varu28
Pensar en la forma de trabajo hace diez años es un ejercicio en creatividad, un mundo sin contacto constante, carente de estimulo continuo, parece hoy imposible. Los dos últimos días nuestra oficina experimentó la tortura moderna del internet fallido. La experiencia es horrible y se sufren efectos secundarios graves, me comprobó de primera mano el nivel de adicción que sufrimos.
Pensar en este tema parece curioso, son pocas las empresas que se quedan sin electricidad por más de unas horas sin que llegue CFE a componer la situación, en el caso de la conexión a web no sucede, esto demuestra lo poco que entienden los proveedores de este servicio de lo importante que es para cualquier marca o persona. Mi primera impresión es que estábamos solos en nuestro sufrimiento, gran sorpresa fue encontrar cafetería tras cafetería llena de usuarios con problemas similares, ya sea universidades, empresas o casas sin acceso al mundo digital. Me parece que el tema de conectividad debería subir en la agenda nacional, y de ser posible prioridad para e gobierno.
Los efectos de no tener internet en mi oficina se sintieron a pocos minutos de comenzar el día y para las 10 de la mañana ya se habían roto amistades e intercambiado frases como “el internet se fue” lo que me hizo pensar ¿a dónde? o expresiones cómo “va y viene, llega y se va” como si fuera la marea de la tecnología. Más interesante aún ver como el problema tomó tintes personales contra el área de sistemas, más de un usuario se sintió ofendido por la falla. Yo por mi lado me comporté como cualquier adicto al internet y simplemente perdí la cabeza, al llegar a casa, estimados amigos, sentí un alivio al tener conexión constante que simplemente no puedo expresar con palabras.
Pruebas fehacientes de nuestra dependencia son la cantidad de acciones de marketing que fallan junto con la falta de internet, envíos de email marketing, acciones de redes sociales y publicidad en línea pierden sentido. Mover el equipo a ubicaciones remotas parece la solución, aunque estimo, funcionan mejor en Europa o los Estados Unidos ya que los puntos de venta experimentaban problemas de conexión o saturación de usuarios ávidos de recibir datos en su móvil, laptop o tablet, al igual que un servidor.
Hoy día una empresa que se considere “digitalizada” verá que la operación sin internet es casi imposible, emails a clientes y redes sociales se han convertido en algo casi tan indispensable como la luz y el teléfono. Con esto en mente me parece increíble que los anchos de banda comúnmente disponibles sean tan bajos, y de paso caros.
El día acabó de la misma manera que comenzó, sin internet, pero con un aprendizaje importante. No importa cuánto enojo, estrés o energía se invierta en el tema, si tu conexión falla mejor recurre a tu Starbucks de confianza.
Los veo el próximo jueves en este espacio, y entre que el internet “viene y va” quedamos en twitter @varu28 “pa lo que se ofrezca”