La fiscalía de Braunschweig ha condenado a pagar una multa de 1.000 millones de euros en Alemania al mayor fabricante de automóviles a nivel mundial, tras el llamado ‘dieselgate’, caso en el que Volkswagen manipuló los datos sobre las emisiones de gases de los motores diésel de sus vehículos.
La irregularidad, denunciada en septiembre de 2015 por las autoridades estadounidenses ha traído consecuencias a la empresa alemana en numerosos países, tanto a nivel legal como de imagen.
Después de conocerse la decisión de la fiscalía, Volkswagen ha explicado que acepta la multa través de un comunicado en el que también reconoce su responsabilidad y que llega casi tres años después de que la compañía reconociera haber instalado un software con la intención de manipular la información las emisiones de gases tóxicos en unos 11 millones de vehículos.
Según se lee en el comunicado “Volkswagen acepta la multa y no presentará una apelación contra ella. Volkswagen, al hacerlo, admite su responsabilidad por la crisis del diésel y considera que esto es otro paso importante hacia su superación”.
Pero las multas no han sido las únicas consecuencias que han debido enfrentar gigante automovilístico, pues el caso también ha costado el cargo al que era presidente de Volkswagen Martin Winterkorn así como aperturas de investigaciones sobre la actuación de varios exejecutivos y a otros que actualmente ocupan cargos en la empresa.
Además, los inversores han manifestado su malestar por la pérdidas de valor, la falta de información temprana y el desembolso que han debido afrontar ante las multas que se le siguen imponiendo a Volkswagen tras el escándalo.