Por Daniel Granatta
Twitter @danigranatta
“El problema es el anuncio”, ya lo dice el protagonista del cortometraje que les muestro más adelante, pero no nos adelantemos, porque yo de lo que venía a hablar hoy es de las cosas que fotografío por la calle. Mi novia dice que soy un poco inconsciente, porque voy con el teléfono aquí y allá, y cada vez que veo algo que me llama la atención le tomo una fotografía y lo subo a mi cuenta de Twitpic, ya sea en mitad de la Plaza del Zócalo un domingo a mediodía o a las 9 de la noche en Insurgentes. Ajeno al peligro o a los amigos de lo ajeno, en general lo que fotografío y comparto tiene más que ver con mi visión particular de las cosas y no con verdades universales de ningún tipo, pero sí que tengo muy claro las cosas que fotografío y las que no.
México es además un país que se presta mucho a situaciones que dan para fotografías, interpretaciones y dobles sentidos, así que la toma de fotos por la calle no es privativa de mi estancia en la capital, sino que ya estando en Saltillo las situaciones a fotografiar estaban a la orden del día.
Pero bueno, vuelvo a mi punto, igual que hago yo, hace mucha gente. Hay un auténtico archivo de imaginería callejera alojado en las entrañas de Twitpic y similares, y en muy pocas ocasiones nos vamos a topar, en ese lugar, con cosas que lanzan las marcas. Que lo que lanzan puede ser muy creativo o eficiente o el adjetivo que quieran colocar, pero parece que no lo suficiente como para ganarse el interés de una persona, al punto de que le tome una foto y lo comparta en alguna de las redes sociales que frecuente. Y muchas veces, como en estas fotos de cosas de la calle que viajan libremente en algunos Powerpoints que me compartió Quique, el nivel de ingenio es absolutamente envidiable:
Y eso, en estos días en que podemos calificar la presencia de una marca en sociedad dividida en medios Owned –los medios que la marca naturalmente posee, su sitio web, el empaque de su producto, etc.–, Bought –los espacios que la marca compra para rellenarlos con su publicidad– y Earned –la conversación que la marca genera con base a sus acciones, sean o no publicitarias–, no es cosa baladí.
Obviamente no estoy hablando de que literalmente las marcas tengan que hacer cosas para que la gente las fotografíe cuando se vean por la calle, pero creo que como metáfora ejemplifica el punto del interés: lo que interesa a la gente por lo general no tiene nada que ver con lo que las marcas ponen al aire. Y del desinterés se pasa a la sensación de ruido cuando luego alguna aparece como elefante en una cacharrería, disparando desde todos los medios posibles, como decíamos la semana pasada.
Y como la gente piensa, el ruido no sólo es escuchado sino decodificado, y pasan cosas como la ficción de este cortometraje que dice, como relatábamos al inicio de este texto, que la bebida está bien, que el problema es el anuncio:
Entonces, bueno, si la gente le toma fotos a cosas y luego las comparte, y cuando habla de algunas marcas es para decir que sus mensajes son mentira, tenemos un problema muy obvio de relevancia en la vida de la gente. ¿Cómo hacemos para meternos en aquello de lo que la gente habla? La recompensa es magnífica, cuando se logra, pues hoy en día la gente tiene tantas posibilidades de encontrar entretenimientos que compartirse, que cuando lo hacen con lo que una marca pone al aire resulta que lo que la marca gana no son ventas, sino convertirse en parte de la cultura pop que en esta nueva era se está forjando. Y ya que esa es la oportunidad, ese debería ser el reto, en mi humilde opinión.